Seis destinos para viajar en 2016
Da igual que la marmota Phill haya salido de su madriguera sin ver sombras. No nos dejamos engañar por los almendros en flor ni el sol: el termómetro manda y todavía queda un eterno camino hasta el verano y sus vacaciones. Pero toca ser previsores e ir planteándonos a dónde huiremos, una vez que el estío nos bendiga con su presencia. O antes. O en otoño. Da igual mientras sean vacaciones. Por eso, le proponemos seis destinos para viajar en 2016 que van a despertar su apetito turístico. Ni le dará pereza hacer la maleta…
Birmania (Myanmar): El destino favorito de los últimos tiempos para aquellos a los que les apetece conocer Tailandia pero huyen de su masificado turismo. Aunque es un país seguro, Birmania (cuyas últimas elecciones fueron en noviembre) se encuentra en plena transición, por lo que un viajero previsor deberá limitarse a actuar con cabeza y evitará las aglomeraciones y manifestaciones. Y, tras esto, encontraremos un país bellísimo, protegido de la occidentalización devastadora por su aislamiento después de décadas de gobierno militar. Aunque, claro está, cada vez son más los turistas que eligen el país, por lo que empieza a haber más recursos y también, más picaresca.
El destino más popular es Bagan, por cuya llanura se esparcen más de 4.000 templos que merece la pena visitar en bicicleta (los alquileres son irrisorios) o en taxi. Junto a esta zona, el otro destino más conocido está al este. Se trata del Lago Inle, una gran extensión de agua dulce a cuyas orillas hay infinidad de pueblos y aldeas. Los otros dos destinos imprescindibles de este periplo del Sudeste Asiático es Yangón (con sus bellas pagodas Shwedagon, Sule y Chaukhtatgyi), y por supuesto Mandalay, antigua capital hasta la invasión británica. Allí deberemos visitar su palacio real decimonónico y la pagoda Mahamuni, el lugar de peregrinación más importante del país.
Costa Rica: El lema vital de sus habitantes es “Pura Vida”, y lo cierto es que este pequeño país ha sido bendecido con una riqueza natural apabullante. Sus 51.100 km de extensión atesoran el cinco por ciento de la biodiversidad del planeta. Y, afortunadamente, también es el país más ecologista del mundo, cuyo gobierno ha protegido un veinticinco por ciento de todo el territorio. Basta un circuito de razonable duración para disfrutar de las más exuberantes selvas, playas paradisíacas, bosques tropicales e impresionantes volcanes.
Son tan hermosos sus paisajes que resulta difícil elegir un destino. Porque a pesar de ser tan pequeño, tiene nada más y nada menos que 28 parques nacionales, distribuidos en diez áreas de conservación. Todos son impresionantes: en el de Manuel Antonio encontramos parajes y vistas sorprendentes; en el de Caraca hay una riqueza animal sin paragón. Y podríamos seguir así durante páginas y páginas. Si en vez de naturaleza somos más de playa y sol, podremos elegir entre su costa caribeña o la que baña el Pacífico. En ella encontramos playas perfectas para los amantes del surf como Esterillos, Jacó, Hermosa o Boca Barranca.
Polonia: Pese a sus controvertidas leyes de los últimos meses, Polonia continúa recibiendo cada vez un número mayor de turistas; de hecho, según la Organización Mundial del Turismo, ocupa el puesto diecisiete en el de los países más visitados del mundo. La verdad es que razones no le faltan, pues atesora un patrimonio artístico y cultural ingente.
Es imprescindible conocer Varsovia, su capital, ejemplo de heroísmo y resilencia. Destruida casi completamente durante la Segunda Guerra Mundial por las bombas de la Luftwaffe alemana, la ciudad (y todo el país) fue reconstruida con paciencia y sacrificios. Merece la pena ir al Museo Histórico de la Ciudad de Varsovia y visualizar el material gráfico que nos dará una idea del grado de devastación de sus castillos, monumentos, catedrales y edificios. Además de una gran cantidad de eventos culturales (como el Concurso Internacional de Piano Frederic Chopin o el Festival Internacional de Otoño de Música Contemporánea) hay que ver el Castillo Real, el Palacio de la isla del Parque Lazienki, el Palacio de Belvedere y el Palacio de Wilanow. Por no hablar de sus diecinueve museos, galerías, tiendas y restaurantes.
Cracovia, cuyo centro histórico es Patrimonio dela Humanidad desde 1978, también merece una visita. Callejear y deleitarse por el núcleo medieval nos permitirá observar ejemplos deliciosos del Renacimiento, Barroco y Gótico, aunque también hay un buen número de museos e iglesias que ver en detalle.
Botsuana: No toda África se encuentra en una situación de inestabilidad. Y el otrora protectorado británico puede presumir de ser uno de los países del continente negro que está experimentando un mayor desarrollo. Y por ello, cada vez son más los viajeros que acuden a descubrir la riqueza natural y las peculiaridades de este joven país soberano, perfecto para hacer safaris fotográficos y descubrir paisajes insólitos para los ojos del hombre blanco.
El Delta de Okavango es uno de los destinos más recomendables por dos razones. Una, que se trata del mayor delta virgen del mundo, plagado de vegetación, humedales y una fauna asombrosa. La otra, siendo unos bonvivants empedernidos como lo somos, está en los deliciosos lodges en los que es posible alojarse. Uno de ellos, Nxabega Okavango Tented Camp, ofrece alojamientos de lujo en tiendas sobre plataformas de teca, donde se ofrecen masajes, rutas en 4×4 y deliciosos platos africanos. Otros espacio similar, Camp Morem, ofrece las mejores vistas de elefantes, leones y búfalos rodeados de toda clase de comodidades, entre eternos árboles de ébano.
Este bellísimo enclave es solo uno más entre todas las maravillas que ofrece Botsuana: el Parque Transfronterizo de Kgalagadi , El Parque Nacional de Makgadikgadi Pans, las montañas de Tswapong (con sus bellísimas cascadas) o sus innumerables reservas esperan a ser descubiertas por quien busque parajes desacostumbrados.
Australia: Nuestras antípodas pueden ser un destino perfecto y algo más asequible de lo habitual durante este año 2016. Según la guía Lonely Planet, el abaratamiento del petróleo y la debilidad de su divisa van a poner las cosas más fáciles a los espíritus inquietos con más presupuesto (porque, aunque bajen, atravesar el globo en avión no es barato, no se engañen).
Los urbanitas impenitentes se enamorarán de Sidney, un auténtico paraíso cultural que alberga la Ópera de Sidney, el City Recital Hall, el Teatro Estatal, el Teatro Real, el Teatro de Sidney y el Teatro Wharf. Además, aquí encontramos el Australian Museum, el más antiguo del país y un auténtico referente para los amantes de la historia natural y antropología. También es interesante desplazarse hasta Melbourne, cuyas callejuelas, abarrotadas de tiendas y restaurantes, nos atraparán irreversiblemente. Los amantes de los deportes también podrán disfrutar del cricket, el fútbol o el tenis.
Pero, desde nuestra humilde opinión, Australia es naturaleza y en torno a ella debe girar nuestro viaje. Solo en la región de Tasmania, por ejemplo, encontramos diecisiete parques nacionales repletos de playas, senderos y rutas absolutamente paradisíacas. Por supuesto, bucear y navegar en torno a la gran Barrera de Coral debe ser una de las prioridades del turista. Si se dispone de los medios, un vuelo panorámico puede ser la mejor manera de hacernos una idea de las dimensiones del arrecife de coral más grande de mundo, con más de 2.000 kilómetros de extensión. A su alrededor, encontramos enclaves tan deliciosos como las islas Whitsunday, descansar en las ciudades costeras de Cairns, Hervey Bay o Port Douglas o relajarse en playas paradisiacas como la de Airlie. Y si queremos una experiencia única y somos andariegos, puede ser extraordinario realizar la ruta Thorsborne, un recorrido de 32 kilómetros a lo largo de la costa este de Hinchinbrook Island, un inmaculado paraíso entre Townsville y Cairns. Durante cuatro días, montañas coronadas de nubes, bosques, playas níveas y pantanos se fundirán con nuestros ojos.
Irán: El levantamiento de las sanciones contra el estado chií es una oportunidad única para que los turistas occidentales puedan descubrir la belleza y la riqueza cultural del país musulmán. Afortunadamente, pese a los conflictos internos y políticos que han azotado a Irán, puede presumir de contar con monumentos excepcionalmente bien conservados. Nos contagiaremos de la vida que se abre paso en Teherán (imprescindible su Gran Bazar y el palacio de Golestán) y nos sobrecogeremos con la islámica belleza de Isfahan, cuya plaza de Naghsh-i Jahan fue declarada Patrimonio de la Humanidad, al igual que el delicioso palacio de Chehel Sotún, excelso ejemplo de jardín persa. Merece la pena perderse por sus calles y dejarse sorprender con los preciosos edificios islámicos de diferentes épocas que atesora.
También es interesante detenernos en Yazd, desértica e histórica ciudad en la que al menos un diez por ciento de la población profesa el zoroastrismo. Precisamente deberemos detenernos a visitar las Torres del Silencio, donde los practicantes de esta mística fe desarrollaban sus ritos fúnebres, que pasaban por dejar a los cadáveres a merced del apetito de los buitres.
Y sin duda, tendremos que hacer un alto en Shiraz, donde nos espera una de las mezquitas más hermosas de la antigua Persia, Nasir al-Mulk, llena de colorido. También podremos refrescarnos en el Jardín de Eram, cuyo nombre hace referencia al propio paraíso. Y además de visitar el mausoleo de Shah-e Cheragh, será el destino perfecto desde el que emprender dos excursiones imprescindibles: Una de ellas, a 70 kilómetros de la ciudad, nos llevará a las ruinas de Persépolis, la antigua capital del Imperio persa en época aqueménida, excepcionalmente bien conservada y que se salvó de milagro del afán destructor del ayatolá Sadeq Jaljalí. En segundo lugar, nos encaminaremos a Pasargada (a cien kilómetros), donde se encuentra la tumba de Ciro II el Grande, fundador del imperio aqueménida, del que esta ciudad fue primera capital. Además del túmulo, hay que visitar el conjunto palaciego y la terraza fortificada de Tall-e Takht.
Un comentario