Vintage BR GT: pasión de piloto, nostalgia de los setenta

Bell & Ross y la instrumentación aeronáutica siempre han sido uno y han compartido, en perfecta comunión, la misma exigencia por el rigor, la funcionalidad, la precisión y la fiabilidad en sus herramientas. Sin embargo, la firma suiza vuelve a ser capaz de sorprendernos. Y lo hace con la nueva línea de relojes Vintage BR GT, una colección inspirada en el mundo del motor y en la pasión por los pilotos, que respira la creatividad, la innovación y la libertad a borbotones de aquellos intrépidos conductores de los años setenta. ¿Eres un Steve McQueen del siglo XXI? ¿Un Fitipaldi? Pues continúa leyendo.

 

 

El BR126 GT, una joya inspirada en los alocados pilotos de los años setenta.
El BR126 GT, una joya inspirada en los alocados pilotos de los años setenta.

 

Los modelos  BR123 y BR126 GT reinterpretan los cronógrafos de aquellos valientes al volante. Y lo hacen con respeto por esos intocables clásicos, pero con un punto de vista nuevo y contemporáneo, en los que la precisión mide el tiempo y la velocidad, dos factores tan valiosos como el oro para el hombre de hoy. La tecnología y el diseño, siempre al servicio del ser humano.

Un primer vistazo a estos dos relojes nos sumergen de lleno en aquellos años de carreras, velocidad y bólidos potentes que asombraban al mundo.  Fijémonos, en primer lugar, en su sobria caja de acero, redimensionada hasta unos muy contemporáneos 42 mm. El grafismo de su esfera nos recuerda al emblemático BR01, pero también, qué duda cabe, evoca los cuentarrevoluciones y los cuadros de mandos de los años setenta gracias a su sencillez y a los dos tonos que la adornan. El color acero de los contadores y los índices aplicados destacan sobre el profundo negro de la circunferencia. ¿Tienes ganas de pisar a fondo el acelerador? Espera, que esto no se acaba aquí.

La funcionalidad y el diseño están en los detalles. Como la perfecta legibilidad que otorgan sus agujas metálicas facetadas y fotoluminiscentes que marcan las horas y los minutos. Además, el guilloqueado azulado y los contadores hacen gala de unos acabados de gran calidad, no nos olvidemos que ante todo, estamos ante una pieza que bebe de la tradición relojera suiza.

Y como se hacía en aquellos años, al igual que los relojes de la época, Bell & Ross ha apostado por dotar a sus dos Vintage BR GT con cristales de zafiro ultra abombado y tratamiento antirreflejos de dos capas: la resistencia está garantizada.

 

El Vintage BR123: dí que no lo deseas.
El Vintage BR123: dí que no lo deseas.

 

Tiempos cortos, pura elegancia
El bisel de acero satinado, de espíritu sumamente masculino, está graduado en 60 minutos (en el caso de la versión de tres agujas) e indica una escala taquimétrica para la versión de cronógrafo. De esta manera,  se otorga prioridad a la medición de los tiempos cortos para facilitar una lectura inmediata del rendimiento y la velocidad. Y sí: más espíritu “setentero” que rebosa elegancia y virilidad. Como la que refuerza el empleo en sus pulseras, del emblemático material Alcantara®, utilizado en el interior de los automóviles de aquella época, dotadas de un tacto especialmente sedoso. Con forro de piel pespunteada, y dotadas de una hebilla desplegable de acero satinado y firmado, las correas de los Vintage BR GT nos dan solidez. Si a eso se le une su estanqueidad, garantizada a 100 metros, estamos ante una pieza que enamorará a aquellos nostálgicos de la impetuosa década de los setenta.

¿Cuál es otra de las ventajas de su apariencia? Pues que son relojes para cualquier ocasión. Tanto el  BR123 GT automático como el BR126 GT cronógrafo son perfectos como maridaje de cualquier estilo. Desde un impecable traje hasta los looks más relajados, estos homenajes al mundo del motor, la velocidad y la pista te sirven vayas como vayas. Seas como seas.

 

Rosalía Martínez

Aunque mi nombre es Rosalía Martínez, todo el mundo me conoce como Piti. Periodista gastronómica de profesión, tengo igual de inquietos el espíritu y el paladar, así que me apasiona viajar y descubrir sitios fantásticos para comer. Y contarlo y recomendar, claro. Epicúrea convencida. Cuando no como o viajo, leo y veo series.

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