Un viaje al corazón de Francia por sus pueblos más bonitos
Francia, esconde miles de encantos de norte a sur y de este a oeste. Pueblos con historia viva de la humanidad gracias a sus monumentos, museos, palacios o paisajes. Si todo esto no fuera suficiente para realizar una pequeña escapada al país vecino, solamente hay que pensar en el aliciente que aporta su refinada gastronomía: vino, quesos, embutidos, repostería y platos desde los más sencillos y tradicionales a los más haute cuisine. Si está pensando en hacer las maletas, tome nota porque le presentamos los pueblos con más encanto que Francia nos brinda.
Yvoire (Haute-Savoie Alps)
Alzado sobre el lago Lemán y a dos pasos de la ciudad Suiza de Ginebra se encuentra este pequeño pueblo medieval. Una majestuosa y bien conservada fortificación con vestigios de la Edad Media: murallas y puertas, fosos, casas antiguas y un puerto con vistas al lago hacen de este lugar uno de los más bonitos de Francia. Recorra el centro histórico a pie para deleitarse de la escena con flores en los balcones. Aunque en Yvoire existe una posibilidad incluso mejor para disfrutar de las vistas: un recorrido en barco por el Lemán que permite contemplar el pasado desde ambos lados del lago.
Rochefort-en-Terre (Bretaña)
Invitando a recorrer un viaje por el tiempo, descubrimos esta ‘ciudad con carácter’. En medio de las landas y los bosques, el viajero recorrerá el pasado junto a las tiendas, galerías y talleres de los artistas que alegran las calles de la zona. Un must para todo aquel que visite esta región de Bretaña es acudir al magnífico castillo que aunque data del siglo XII, fue reconstruido en el XVII. Después, reformado en el siglo XX por el pintor norteamericano Alfred Klots se ha convertido en un lugar de encuentro de artistas. Si todo esto no fuera suficiente, en verano la ciudad se transforma y es totalmente peatonal, dando vida a las calles. ¡La felicidad total!
Najac (Aveyron, Midi-Pyrénées)
En un entorno de colinas, situado en lo alto de un promontorio rocoso creado por el río Aveyron se halla Najac, un pueblo al sur de Francia con un emplazamiento casi increíble. Su castillo, cuyos orígenes se remontan al año 1100 son una muestra arquitectónica de la época y ofrecen una vista espectacular y panorámica del burgo. Bajando por la colina, una única calle del pueblo medieval conduce hasta la plaza principal del siglo XV con sus característicos soportales. Es aquí donde el viajero descubrirá una de las mejores reposterías de la zona donde elaboran el fouce, un bollo cuyo origen se remonta a la Edad Media y que tiene un sabor semejante al roscón de Reyes. Un enclave estupendo para degustar el sabor del pasado.
Albi (Tarn Midi-Pyrénées)
La ciudad de Albi, ciudad episcopal, tiene numerosos motivos por los que sentirse orgullosa de sí misma: un casco histórico patrimonio de la Humanidad, la catedral de ladrillo más grande del mundo, el río Tarn y el museo de Toulouse – Lautrec, uno de los motivos principales por los cuales los turistas acuden a la zona. ¿Por qué está el museo del reconocido pintor en Albi? Por dos motivos muy dispares. En primer lugar, Toulouse – Lautrec nació en esta población y en segundo, la capital de Francia rechazó abrir un museo con sus colecciones. Sea como fuere, el museo sito en la antigua residencia de los obispos (palacio de la Berbie) alberga más de mil pinturas – la mayor colección de las obras de este gran pintor del mundo – donde llaman la atención los paisajes de campo y los numerosos caballos que aparecen en los cuadros.
Riquewihr (Alsacia)
Con sus típicas casas coloridas, de entramado de madera y adornadas con flores, descubrimos Riquewihr. Rodeada de viñedos es una de las ciudades más relevantes de la Ruta de los Vinos de Alsacia y un punto estratégico para los amantes de los buenos caldos. Lo ideal es recorrer las carreteras de la Route des Vines salpicadas de granjas familiares donde el viajero podrá comprar y catar el mejor vino. En esta ciudad hay varias granjas donde se produce sobre todo vino blanco de una excelente calidad. ¿Y para acompañar al vino? Nada mejor que Chucrut o el Flammkuchen, dos platos estrella característicos de la zona.
Ainhoa (Pyrenees Atlantiques, Aquitaine)
Pensado como lugar de acogida, alojamiento y abastecimiento de los peregrinos que se dirigían hacía el Camino de Santiago, se construyó este pueblo en el sigo XIII alrededor de uno de los ejes transfronterizos del mismo. La calle principal es una ancha avenida bordeada de enormes casas del siglo XVII y XVIII cuyas fachadas están adornadas con piedras de tamaño considerable y una predominación de los colores blanco y rojo. Su proximidad con España facilita el viaje por carretera y la visita a este pueblo encantador.
La Roque-Gageac (Dordoña, Aquitania)
Bañada por un acantilado se contemplan las aguas del río Doñana. Es una de las 156 poblaciones francesas que cuentan con el distintivo de Les plus beaux villages (Los pueblos más bellos), un título que se otorga a las localidades con menos de 2.000 habitantes. Trepando por el acantilado se encuentran las casas a lo largo de anchas avenidas que no permiten el acceso a coches, así que solamente queda la opción de andar o navegar para contemplar la majestuosidad de la belleza. Y es que, la barca tradicional (gabare) siempre ha sido la principal fuente de riqueza del pueblo ya desde la Revolución Francesa. A pie o en barca observaremos paisajes maravillosos: casas de piedra y techos puntiagudos, cuevas prehistóricas, restos del fuerte para defender el pueblo de los ataques de los vikingos y por supuesto, el castillo. Todo un pequeño lujo para los cinco sentidos.
Contemplados algunos de los pueblos más bellos que nos brinda Francia, solamente queda hacer la maleta y emprender el viaje para gozar de la maravillosa experiencia que propone el país vecino.