Tres habitaciones de hotel donde verdaderamente descansar
¿Conciliar el sueño rápida y placenteramente cuando se está fuera de casa? La iluminación, la temperatura, los tejidos orgánicos e incluso el aroma… Todo está perfectamente milimetrado en las habitaciones de estos hoteles para que uno duerma a pierna suelta. Tome nota y elija el suyo.
Para reconciliarse con Morfeo y caer en sus brazos lo antes posible, sobre todo cuando uno está de viaje -pues puede afectar el no dormir en nuestra propia cama y propio entorno-, hay varias pautas que recordar. Entre ellas, evitar hacer ejercicio vigoroso dos horas antes de ir a dormir, por el contrario, el yoga, los estiramientos o la meditación si son adecuados; Hacer “detox digital” sin televisión, móvil, tablet… en nuestra habitación de hotel, aparte de porque sus radiaciones estimulan, hacen que nuestro cerebro siga activo; Siempre que se pueda, conviene mantener los horarios de acostarnos y levantarnos; Elegir hotel que tenga ropa de cama de materiales orgánicos transpirables, como el algodón, el bambú y la seda… -los tejidos sintéticos desprenden electricidad estática que perturba el descanso-; Y mejor que mejor, si el hotel tiene el detalle de poner junto a la almohada un saquito de lavanda.
Descanso estudiado
En el Six Senses Douro Valley, en Portugal, el huésped cuenta con el programa especializado en el control del sueño Sleep with Six Senses, que comienza días antes de la llegada con un cuestionario sobre sus preferencias. Un embajador del sueño, como le llaman en este hotel, bajo las enseñanzas del Dr. Michael J. Breus, se encargará de sus necesidades, además de darle consejos. Ya una vez en el hotel, recibe un kit prodescanso y le monitorizan su noche con la aplicación Aura Sleep, que evaluará el especialista al día siguiente (programa: 150€; alojamiento: 470€ hab./noche, sixsenses.com).
Y la verdad es que la ubicación de este hotel en una casa solariega del siglo XIX, renovada recientemente, situada en una colina con vistas al río Duero y a las terrazas de viñedos del valle del Duero, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pone todo a favor para llegar a la cama en modo “descanso y relax absoluto”. Los tratamientos de spa terapéuticos, catas de vino y una piscina infinita al aire libre de efecto espejo también ayudan.
Escuche la llamada
Suena el teléfono y desde recepción le avisan de que es hora de cerrar los ojos. Este es uno de los servicios de los hoteles Westin de Madrid, Marbella y Valencia, que además ofrecen un menú Sleep Well en la habitación y la comodidad de la mítica cama Heavenly Bed, con su insuperable plumón y sábanas de algodón egipcio. Junto a la almohada, tampoco falta un bálsamo de lavanda para rematar (250€ hab./noche, westin.marriott.com)
La cama “Heavenly Bed” de los Westin Hotels & Resorts acumula varios premios
Y si es deportista, para llegar a la cama habiéndolo quemado todo… esta cadena también ofrece otros servicios y detalles -por cierto, cada vez más habitual en los hoteles-, para que el huésped no tenga que encargarse él mismo. El hotel le entregará ropa y zapatillas New Balance de su talla, todo recién lavado e higienizado (con un par de calcetines nuevos) para que no tenga que cargar con ello desde su casa en la maleta. También entregan al cliente que quiere entrenar su rutina de running, mapas con rutas de cinco y ocho kilómetros y programas de entrenamientos.
¿Quién dijo ruido?
El sonido del silencio es lo único que se oye en el Chalet Zeno, un bucólico y sofisticado lodge en el encantador pueblo de San Cassiano, rodeado de los picos de Las Dolomitas del Tirol del Sur italiano, que pertenece al hotel Rosa Alpina (6.500 €/noche para 7-8 personas, rosalpina.it).
Su cama de sábanas de algodón orgánico, las almohadas gozosas y el plaid de terciopelo le esperarán tras una jornada de esquí por las más de 1300 km de pistas de Alta Badia, una sesión de sauna y jacuzzi finlandés al aire libre en su jardín privado, y tras un momento de “placer gastro” con la cocina de montaña del chef Norbert Niederkofler, tres estrellas Michelin, en el restaurante del hotel, St. Hubertus. ¿Qué más se puede pedir?