The Oitavos Hotel: un oasis 100% natural en Cascais
Es como una isla, como un oasis en medio de la naturaleza, sin ninguna construcción a la vista, sólo las dunas y la vegetación autóctona, salpicada de las flores silvestres del limítrofe Parque Natural de Cascais que le acompañan. Hablamos de The Oitavos Hotel, un espectacular alojamiento cinco estrellas, un verdadero espacio de lujo sin estridencias, calma y relax para disfrutar del silencio y de sus impresionantes vistas al Atlántico.
Es un hotel de capricho, moderno, de grandes espacios, levantado hace apenas ocho años por una de las ramas de la reputada familia Champalimaud, una de las grandes fortunas de Portugal que fue forjando, casi de la nada, Carlos Montez Champalimaud, “un visionario” en palabras de su biznieta Pureza, que a principios del siglo XX adquirió unos terrenos inmensos, 700 hectáreas de una zona “verde” a la que no llegaba casi nadie porque no había carreteras, apenas algunos caminos de arena. “Ya entonces, hace casi 100 años, estaba convencido de que su propiedad acabaría siendo un balneario para los europeos”, puntualiza.
A cinco minutos de Cascais
Pues bien, cuatro de los bisnietos de aquel hombre que supo ver en estos terrenos el “Biarritz portugués” son hoy los herederos y gestores de este exclusivo y vanguardista hotel, donde sus clientes reciben todo tipo de mimos mientras disfrutan de la comodidad de un espacio donde el ruido no existe. Está a unos 5 kilómetros de Cascais, bordeando la costa, y a tiro de piedra de la espectacular playa de Guincho, uno de los destinos soñados de los amantes del surf.
Además del espectacular complejo del establecimiento hotelero, que fue diseñado por el arquitecto José Anahory, otro de los grandes polos de atracción del hotel es el campo de golf aledaño, el Oitavos Dunes, de 18 hoyos con vistas espectaculares hacia Lisboa y Cascais, por un lado, y al Cabo de Roca y Sintra por otro, y que está considerado uno de los mejores del mundo.
De hecho, para que no quede duda sobre su excelencia, este campo de golf de 55 hectáreas forma parte del prestigioso ránking Top 100 Platinum Club of the World, una distinción que certifica que ha superado los exigentes patrones de calidad y que atiende a criterios de servicios, ecología y excelencia de las instalaciones. Y, dentro de los 100 mejores del mundo, Oitavos Dunes ocupa el puesto 54.
Caballos en plena naturaleza
La finca en la que está levantado el hotel The Oitavos se llama Quinta da Marinha y en la misma hay también uno de los centros ecuestres más importantes de la península Ibérica, que en un tiempo no tan lejano celebraba carreras y apuestas de caballos. Aquí los ya iniciados pueden participar en concursos de salto, doma y polo, pero los curiosos también tienen la posibilidad de darse un paseo a caballo por unos espectaculares senderos ganados a la naturaleza salvaje. Y si lo que le gusta al cliente es el tenis, no hay problema, porque también puede dirigir sus pasos hacia el Raquet Club.
Cuando uno traspasa la entrada del hotel, antes de asomarse a los ventanales por donde se cuela el azul del mar y del cielo, descubre tres grandes retratos que representan las tres generaciones que preceden a Pureza Chamapalimaud. Son los del bisabuelo Carlos Montez Champalimaud, el abuelo Carlos y el padre, Miguel, que combina la dedicación al hotel con una bodega en la zona de Oporto, Quinta do Cotto, donde nacieron sus cuatro hijos.
Obras artísticas portuguesas
Con una estética muy depurada y una decoración sencilla, el viajero descubre nada más llegar que el hotel tiene forma de una gran “y» griega y después, uno se va topando con numerosas esculturas y pinturas de jóvenes artistas portugueses que le dan un toque especial y mágico de exclusividad, de espacio único.
El spa es otro de sus grandes atractivos, con sauna seca y turca, piscina cubierta con agua de mar y cabinas para tratamientos personalizados que han gozado de las mejores alabanzas. ¿Y qué decir de su gastronomía? Sólo un dato: dispone de seis restaurantes y bares, de los que uno es un afamado restaurante gourmet que lleva precisamente como nombre Ipsylon. Imprescindible probar su arroz con bogavante. Pero tampoco hay que perder de vista el Japanese Bar, donde se puede ver a los chefs elaborar sus platos en directo.
Conciertos especiales
Algunas veces, normalmente los sábados, el hotel organiza conciertos muy exclusivos de grupos portugueses que empiezan siempre con una sesión de DJ. Son muy atractivos y son muchos los portugueses que se apuntan para compartir, mientras escuchan a sus grupos favoritos, una copa en calma y entre amigos.
Da mucho juego este hotel de amplios espacios en el que ninguna de sus 143 habitaciones tiene menos de 40 metros cuadrados de superficie. Y lo que es mejor, el cliente que llega hasta aquí tiene siempre la posibilidad de conversar con sus anfitriones, los bisnietos de aquel Carlos Montez Champalimaud, que viven el hotel con orgullo, como si fuera su casa. Por aquí deambulan con sus hijos, se les ve disfrutar del espacio, tomar una copa de cava portugués o compartir charla amigable con todos los que se les acercan. Y preguntan al cliente si necesita algo, porque, si es así, se volverán locos por complacerle.