Puerta de Alcalá: Mírala, mírala, mírala…
Después de 11 meses y 3 millones de euros, la Puerta de Alcalá luce como en tiempos de Carlos III (o casi)
Finalizan los trabajos de rehabilitación y limpieza de uno de los grandes iconos de Madrid
La Puerta de Alcalá se ha quitado ya, por fin, ese vestido hiperrealista de hule que ocultaba, desde 2021, los trabajos de rehabilitación y restauración de este emblema de Madrid, que estos días acaban de darse por finalizados. Así que es el momento de disfrutar y contemplar este monumento, después de una intensa actuación. Unos trabajos que han permitido conocer la historia de este monumento, determinar su estado de conservación y las patologías que le afectaban y actuar con la tecnología más avanzada.
Por cierto, no hay que extrañarse si, mientras miramos el monumento, descubrimos el vuelo de un halcón peregrino o el de dos águilas Harris, porque forman parte de un proyecto experimental. Se persigue ahuyentar a las palomas y proteger la Puerta de Alcalá del deterioro causado por los excrementos de las aves. El proyecto de restauración en sí ha supuesto 16 meses y una inversión superior a tres millones de euros. Y, aprovechando las fiestas navideñas, la Puerta de Alcalá “sale” de la oscuridad con el tradicional belén que cada año se dispone a sus pies.
La Puerta de Alcalá, símbolo de Madrid
Protagonista de canciones tan célebres como la interpretada por Ana Belén y Víctor Manuel -“Mírala, mírala, mírala…”-, la Puerta de Alcalá —antigua entrada a la capital por el camino real de Aragón y Cataluña— es una de las cinco puertas históricas de Madrid. Las otras son las de Atocha, Toledo, Segovia y Bilbao. El actual monumento en honor de Carlos III es la culminación de un proceso evolutivo que comienza en el siglo XVI, con la capitalidad de la Villa y la construcción de una primera puerta asociada a la cerca, que definía los límites urbanos y establecía una barrera física con objetivos fiscales y de vigilancia. Este acceso cobró protagonismo en 1599 con la entrada en la ciudad de Margarita de Austria —esposa de Felipe III—, cuando se acordó reemplazar la rudimentaria puerta por una monumental.
Desde aquella primera fábrica pasaron casi dos siglos y una serie de construcciones y cambios de ubicación hasta que el proyecto de Francisco Sabatini, construido entre 1769 y 1779, le otorgase el aspecto definitivo.
La Puerta de Alcalá, como se ve, estructura su arquitectura en tres cuerpos, los dos laterales de menor altura. En estos cuerpos se abren cinco vanos: tres arcos centrales de medio punto, originalmente cerrados con rejas para el paso de carros, y dos laterales para el paso peatonal.
De estilo barroco clasicista
Se trata de un monumento de estilo barroco clasicista. A la ornamentación de las fachadas se une un programa escultórico de valor simbólico asociado a la ciudad de Madrid, así como a los valores de la Corona hispánica, en especial a los del rey Carlos III. Así, en la fachada oriental, se representan los valores de la Villa de Madrid con las alegorías de la Fortaleza, la Templanza, la Justicia y la Prudencia, y se remata, en el ático, con las Armas Reales de Carlos III sostenidas por la Fama. En la fachada occidental, el conjunto escultórico representa un grupo de panoplias ordenadamente colocadas a lo largo de toda la cornisa superior. Ambas fachadas exhiben la inscripción “Rege Carolo III Anno MDCCLXXVIII” (Rey Carlos III, año 1778).
Se trata, además, de un monumento catalogado con los más altos niveles de protección. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1976, y Patrimonio Mundial dentro del conjunto de Paisaje Cultural “Paisaje de la Luz” en 2021, además de estar catalogado como Elemento Singular Histórico Artístico.
Testigo de la historia de Madrid
A lo largo de sus casi 250 años de historia, la Puerta de Alcalá ha sufrido modificaciones en su función y ha sido testigo de los cambios y del crecimiento de Madrid. También ha sido objeto de distintas intervenciones desarrolladas durante los siglos XIX y XX. Se han podido documentar hasta 10 intervenciones desde su construcción, remontándose la primera de ellas al año 1869, menos de un siglo después de su inauguración. Todas ellas han respetado las huellas que los acontecimientos bélicos han dejado en sus paramentos: el levantamiento del 2 de mayo de 1808 y la Guerra de Independencia, la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823, el atentado de Eduardo Dato en 1921 y el paso de la Guerra Civil Española y la sublevación del coronel Segismundo Casado en 1939, que convirtió al monumento en escenario de un enfrentamiento bélico.
Hoy contemplamos la Puerta de Alcalá como un elemento aislado situado en una rotonda, desprovista del contexto urbano original y de su función práctica como puerta fiscal de entrada a la ciudad. Todo ello es consecuencia del cambio radical de su entorno urbanístico en 1869, poco después de la Revolución de La Gloriosa, cuando se derribó la cerca que constreñía la ciudad. La Puerta de Alcalá pasó a convertirse, así, en un monumento conmemorativo para el que se proyectó la Plaza de la Independencia.
Telón de eventos culturales
Convertida en símbolo de la Villa de Madrid, es un monumento vivo que ha resistido el paso del tiempo. Ha sido protagonista de eventos de índole política, social y religiosa, desde la coronación de Alfonso XIII en 1903, cuando fue revestida de luces con motivo de la celebración, pasando por la Guerra Civil española, cuando fue símbolo propagandístico para ambos bandos, hasta eventos culturales y festivos recientes que la han convertido en telón de fondo de conciertos y tradiciones.
El proyecto de restauración
El actual proyecto de restauración de la Puerta de Alcalá se diseñó a partir de 2022. Los estudios previos pusieron en evidencia que los dos tipos de piedra que conforman el monumento presentaban indicadores de deterioro. El granito de la fachada y la cornisa se encontraba arenizado y la caliza de Colmenar de Oreja, utilizada en los grupos escultóricos y algunos relieves de fachada, presentaba planos de debilidad mecánica. Además, los vástagos, grapas y refuerzos metálicos de las esculturas presentaban un elevado grado de corrosión que habían motivado fisuras y fracturas en los grupos escultóricos. Además, la cubierta de plomo no tenía ventilación y provocaba humedad en los materiales que le servían de soporte.
Entre las actuaciones de conservación preventiva, se ha puesto en marcha un curioso proyecto experimental que contempla el vuelo de un halcón peregrino y dos águilas Harris para ahuyentar a las palomas. Se trata de una medida para proteger el monumento de los factores de deterioro de origen biológico, provocados por los excrementos de las aves, gracias a los vuelos disuasorios de las rapaces. Es un método natural ya consolidado en otros enclaves como los aeropuertos o el Hipódromo de Madrid.
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