‘Madama Butterfly’ aterriza en el siglo XXI
La trama se sitúa en la actualidad, en los suburbios de una ciudad asiática con carteles publicitarios y letreros de neón
La ópera nos interroga sobre la crueldad, el dolor, la humillación y el desengaño que viven las víctimas del turismo sexual
Hasta el 22 de julio, se puede ver en el Teatro Real Madama Butterfly, de Giacomo Puccini, la ópera con la que despide la temporada. La puesta en escena corre a cargo de Damiano Michieletto y la dirección musical, de Nicola Luisotti, que estará al frente de cuatro repartos y del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Con ella accederemos al exotismo inspirador de los países lejanos, tan en boga en el arte y la literatura europeas del final del siglo XIX, con mujeres fascinadas con el hombre occidental, seductor y poderoso, que traicionan, por amor, los dogmas sagrados de su tradición y de su cultura.
La sexta ópera de Giacomo Puccini
Madama Butterfly es la sexta de las 10 grandes óperas de Giacomo Puccini (1858-1924) y su tercera colaboración con los libretistas Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, con los que ya había trabajado en La Bohème y Tosca, siempre con gran tensión, disputas y desavenenciasprovocadas por el carácter difícil, obsesivo y perfeccionista de Puccini.
Los abusos que destapan Pierre Loti y John Luther Long
Las fuentes literarias de la ópera están ancladas a una inquietante realidad: la impunidad con la que los hombres occidentales utilizaban sexualmente a las mujeres asiáticas, fascinados por su erotismo, misterio, delicadeza y servidumbre. Ése es el tema de la novela Madame Chrysanthème (1887), en la que el marino francés Pierre Loti describe cómo la ley japonesa permitía a los oficiales de las armadas realizar matrimonios temporales con geishas, generalmente a través de una transición económica, que quedarían disueltos tras un mes de abandono por cualquiera de las partes.
Una novela publicada en 1898
Posteriormente, al otro lado del Atlántico, John Luther Long publica Madame Butterfly (1898), basada supuestamente en un caso real que conoció su hermana durante una estancia en Nagasaki. Este breve relato lo transformó en pieza teatral, con gran éxito, el dramaturgo y productor David Belasco -que volvería a colaborar con Puccini en La fanciulla del West– que la presentó en Estados Unidos y Londres. Fue ahí donde Puccini vio la obra, con tal conmoción que al final de la misma propuso directamente a su autor la compra de los derechos para la creación de su ópera homónima.
Compra y venta de jóvenes pobres e inocentes
El libreto, estructurado por Luigi Illica y versificado por el poeta Giuseppe Giacosa, tiene una gran dureza y contrapone la naturalidad con la que se negocia la compra y venta de una joven pobre e inocente para complacer los deseos sexuales de un marino foráneo, con la tragedia que vive la protagonista, enamorada de su seductor “marido” extranjero que la va a liberar de la miseria en la que vive.
El folclore japonés y la atmósfera oriental
Para conceder a la partitura la atmósfera oriental, Puccini estudió el folclore japonés, los timbres de sus instrumentos, la sonoridad de las voces, los temas, ritmos y escalas más utilizados, articulando todas estas influencias con la música europea, en una relación sutil con la dramaturgia del libreto y la caracterización de los personajes.
Este “exotismo” musical potencia la riqueza tímbrica y armónica de su escritura orquestal, siempre refinada, fluida y epigramática, con hallazgos expresivos únicos, de grandísima belleza y plasticidad.
No hay quimonos ni biombos ni abanicos
Para el director de escena Damiano Michieletto este mundo sonoro orientalizante que atraviesa toda la obra no necesita de ser reforzado con quimonos, biombos y abanicos japoneses que alejan, enmascaran y embellecen el terrible sufrimiento de la inocente Cio-Cio-San en su abnegado camino hacia la madurez y el consciente suicidio.
La protagonista vive en una habitación de plexiglás
En la producción concebida para el Teatro Regio de Torino, Michieletto despoja la ópera del esteticismo orientalista y sitúa la trama en la actualidad, en los suburbios de una bulliciosa ciudad asiática con carteles publicitarios y letreros de neón concebida por el escenógrafo Paolo Fantin, donde habita Cio-Cio-San, refugiada con sus sueños juveniles en una habitación de plexiglás.
Cuatro cantantes para una joven enamorada
Cuatro cantantes encarnan a esta joven enamorada, que se hace mujer a lo largo de la ópera: Saioa Hernández, Ailyn Pérez, Lianna Haroutounian y Aleksandra Kurzak. El ingrato papel de Pinkerton será asumido por los tenores Matthew Polenzani, Charles Castronovo, Michael Fabiano y Leonardo Capalbo. Completan el cuarteto protagonista las mezzosopranos Silvia Beltrami, Nino Surguladze y Gemma Coma-Alabert, como Suzuki, y Lucas Meachem, Gerardo Bullón y Luis Cansino, como Sharpless.
Crueldad, dolor, humillación, desengaño…
Madama Butterfly llega al Teatro Real con el enfoque de Damiano Michieletto, que nos interroga sobre la crueldad, el dolor, la humillación y el desengaño que viven las víctimas del turismo sexual de antaño y de hoy, en Japón o en los rincones de nuestras ciudades.