Lyon, la cuna de “El principito”
Patrimonio de la Humanidad desde 1998, la segunda capital francesa luce las huellas de un pasado cultural de gran esplendor. Es la cuna del cine y del guiñol, pero Lyon también es el gran pilar de la gastronomía francesa, pues no en vano sus restaurantes tienen la mayor concentración de estrellas Michelin del mundo. Y, aunque son republicanos por ley, se postran ante “El principito”, la obra literaria que encumbró a uno de sus hijos más ilustres, Antoine Saint-Exupèry (1900-1944), cuyo nombre recibe al visitante nada más pisar el aeropuerto internacional de esta hermosa ciudad, lugar de nacimiento también de André-Marie Ampére, pionero de la electricidad.
“Bienvenidos al Aeropuerto de Lyon-Saint Exupèry”. El viajero pone a trabajar su memoria y recuerda el nombre del escritor francés porque hace ya tiempo que leyó “El principito” y porque sabe que era piloto y que murió en un accidente de aviación. Sucedió el 31 de julio de 1944, a las 8.45 horas, poco después de despegar, a bordo de un Lightning P-38, de una base aérea de Córcega. Finalizaba así una vida entregada a la aviación, parte de la cual quedó inmortalizada en sus obras “Correo del Sur” (1928) y “Vuelo nocturno” (1931).
El aeropuerto de Lyon, el cuarto francés por el tráfico de viajeros, lleva el nombre del autor de “El principito” desde su inauguración en 1975, año en que sustituyó al de Bron. Es un homenaje y un reconocimiento del pueblo francés a este héroe de la Segunda Guerra Mundial y a su obra más internacional, “Le Petit Prince” en francés, en la que exalta el amor que sentía por la rosa, emblema de su gran amor, la salvadoreña María Consuelo Suncini Saldoval Zeceña.
Salimos del aeropuerto, situado a 25 kilómetros de Lyon, y nos adentramos en la ciudad natal de Saint-Exupèry, quien, huérfano de padre, se crió en el seno de una familia aristocrática arruinada. Su madre trabajaba como enfermera y, cuando creció, intentó ingresar en la Escuela Naval, pero no hubo suerte y fue rechazado. Así que elevó sus pasos hacia otro ámbito, el aéreo, y se hizo piloto cuando cumplía el servicio militar en Estrasburgo, en 1921.
Pero Lyon no sólo se siente orgullosa de “El principito”, sino también de su historia milenaria, de la tradición artesana de la seda, de sus dos ríos (el Ródano y el Saona), de sus calles estrechas, de sus traboules o pasadizos escondidos, de sus museos, de su ópera. Y es que a los lyoneses les gusta gozar de la inmensa riqueza artística que atesora la ciudad.
Comencemos por el casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998, y que se puede admirar intramuros si la visita del viajero coincide con las Jornadas Europeas del Patrimonio que cada año abren las puertas de los edificios históricos que habitualmente no lo hacen. Son impresionantes las colas que se forman para conocer la intimidad de sus palacios, yacimientos, instituciones, teatros… Y sus museos, que son numerosos para enumerarlos todos, aunque resulta obligado citar el de Bellas Artes, el segundo en importancia de Francia tras el Louvre; el Instituto Lumière, el de los Autómatas, el dedicado a la Imprenta y el de la Resistencia.
Entre dos ríos
Bañada por los imponentes ríos Ródano y Saona, la ciudad es percibida por el viajero como un escenario de calma y tranquilidad, no en vano figura en los primeros puestos del Estudio Mundial sobre Calidad de Vida, por delante de Barcelona y Madrid. Las zonas verdes y las bicicletas acompañan al visitante mientras recorre 2.000 años de Historia: Lyon preserva las huellas de la antigua capital de las Galias, cuando Claudio se las veía con su malvado sobrino Calígula. Posiblemente fue este emperador romano quien mandó construir el fantástico anfiteatro que preside la colina Fourvière y desde el que se divisa una bonita panorámica de la ciudad.
La época medieval está representada en la Iglesia de Saint Paul, fundada por un adinerado y extraño personaje de nombre Pierre Valdo, que abandonó tesoros, mujer e hijos para dedicarse a la meditación y a predicar, y el Renacimiento sigue intacto en las estrechas calles del viejo Lyon con sus casas de corte italiano y sus genuinos traboules, pasajes que atraviesan los patios interiores de varios edificios. Y así hasta llegar al siglo XXI, con obras firmadas por Nouvel, Renzo Piano o Santiago Calatrava y el efervescente barrio de la Confluencia, donde los edificios más vanguardistas se dan la mano con las más atrevidas y emergentes galerías de arte.
Cualquier época es buena para visitar Lyon, pero si al viajero le interesa la música electrónica, ya tiene que ir preparando las maletas, porque, del 6 al 13 de mayo, se celebra el festival Nuits Sonores, primo hermano del Sonar de Barcelona, en el que este año se darán cita 40 artistas, entre ellos Jennifer Cardini, Daniel Avery, Four Tet, Paula Temple o Kamasi Washington.
Si decidimos viajar en septiembre, percibiremos un frenesí extraordinario en las calles de la ciudad porque, durante tres semanas, se celebra la Bienal de la Danza. El domingo 16 se celebrará un espectacular y colorido «Desfile por la Paz» en el que participan todos los artistas y coreógrafos de las compañías que participan. Toda la ciudad se vuelca con esta fiesta que se baila pero que también reivindica la solidaridad, la fraternidad, la creación, la tolerancia y la libertad, según ha explica Dominique Hervieu, directora artística de la Bienal de la Danza 2018.
Este año, además, se anuncia un intenso y espectacular programa con las mejores compañías de baile del mundo, razón por la que los teatros y salas involucrados se empeñan tanto en su trabajo que no permitirán que se quede una sola butaca vacía.
Ya queda menos para que Lyon se mueva al son particular del baile. Los organizadores lo mismo reciben a una compañía japonesa, cuya plasticidad recuerda más una pintura o una estampa, que a Mourad Merzouki, un hip hopero de Lyon que practicaba su arte al salir de la escuela y que aprendió en la calle los ritmos urbanos con el estímulo y el aplauso de quienes le veían girar y girar. Hoy aquel chico se ha convertido en una estrella internacional que, con su propia compañía, se pasea por los más importantes teatros del mundo y que, cuando baila en Lyon, es recibido como a un miembro de una gran familia.
Entregada a la cultura
La ciudad se entrega a las propuestas de la Bienal, da igual que el espectáculo se programe en el Palacio de la Ópera, renovado en los 80 por Jean Nouvel con su particular y obligada polémica, que en el Théatre des Celestins, construido en el siglo XVIII, que en los escenarios alternativos que se suman a la fiesta. Hasta el Palacio del Comercio presta temporalmente su histórico patio abovedado, con vidrieras y esculturas del siglo XVIII, para un efímero Café Danse donde se puede tomar un refrigerio a cualquier hora del día. En este espacio monumental, el visitante puede leer, si dirige su mirada hacia arriba, el nombre de Madrid junto al de otras capitales con las que históricamente ha comerciado Lyon.
La actividad cultural no cesa nunca en Lyon. Los años que no hay Bienal de Danza no se quedan en blanco, porque se sustituye, también en septiembre, por la Bienal del Arte Contemporáneo, que impregna la vida de la ciudad con las más creativas formas y los más extraordinarios colores.
Y para terminar, celebraremos la magia del cine. Porque fue en Lyon donde crecieron los hermanos Lumière y en su homenaje existe un museo dedicado a los inventores del cinematógrafo. Además, para celebrarlo, todos los diciembres se convoca la Fiesta de la Luces, en la que, durante cuatro noches, las plazas, las calles, los parques, los edificios y los espacios públicos de la ciudad modifican su apariencia gracias a la luz que diseñan los artistas y participan de un espectáculo único en Europa. Una atmósfera mágica creada a partir de proyecciones y luces multicolores que reúne a cuatro millones de visitantes llegados de todo el mundo para impregnarse de la alegría, la imaginación y las sorprendentes coreografías artísticas elaboradas sobre casi 200 edificios con un material intangible: la luz.
Guía práctica:
Cómo llegar
Existen vuelos regulares y diarios desde Madrid y Barcelona, aunque hay otros aeropuertos de la península que ofrecen este servicio. Se pueden conseguir buenos precios si los pasajes se reservan con antelación. Air France, Iberia, EasyJet y Vueling ofertan varios vuelos al día.
El aeropuerto está unido al centro de Lyon por el Rhônexpresse, una línea de tranvía que llega a la estación Lyon Part-Dieu en menos de media hora.
En Lyon hay tres estaciones de tren: la citada Lyon Part-Dieu, una de las más concurridas; Lyon-Perrache y Lyon-Saint-Exupéry TGV, en el aeropuerto.
Por carretera, la distancia entre Lyon y Barcelona es de 640 kilómetros y la duración del viaje es de casi 7 horas en automóvil.
Dónde dormir
Cour des Loges. 6, rue du Boeuf. Teléfono +33 (04) 72774444. 61 habitaciones. 150 euros. Situado en el casco antiguo, consta de cuatro edificios renacentistas restaurados, distribuidos alrededor de un patio con techo acristalado.
Cuenta con dos restaurantes, una bodega y un lujoso spa con una piscina climatizada. Equipadas con TV de pantalla plana vía satélite y conexión wifi, las habitaciones cuentan con aire acondicionado y tienen una decoración única con acentos históricos. Ofrece cocina gastronómica con productos frescos de temporada que se sirven bajo los arcos de piedra del patio central. El spa del hotel cuenta con salas de masajes, una sauna y un hammam. El gimnasio dispone de máquinas de ejercicio y pesas. El servicio de conserjería planifica visitas y excursiones a lugares de interés. La catedral de San Juan está a 300 metros del hotel y la estación de metro Vieux Lyon, a 500 metros de distancia.
Dónde comer
Auberge du Pont de Collonges. 40, rue de la Plage. +33 (04) 72429090. Resulta una verdadera experiencia gastronómica acudir al mítico restaurante del recientemente desaparecido Paul Bocuse en las cercanías de Lyon. La decoración está muy cuidada.
Café Épicerie. 4, rue Boeuf. +33 (04) 72774444. Sirve platos inspirados en especias exóticas y tiene una terraza muy agradable. Cuenta con una tienda de delicatess en en la que se pueden comprar condimentos gourmet y vinos.
Brasserie Le Nord. 18, rue Neuve. +33 (04) 72106969. Es una de las cinco braserías que tiene el sello de Paul Bocuse, pero a precios más asequibles. Platos clásicos son la sopa de cebolla, los sesos de ternera y el fricasé de pollo. El restaurante también tiene una bonita terraza.
Más información
Turismo de Lyon: https://es.lyon-france.com/
Turismo de Francia: http://es.france.fr/