Longines: cuando la nostalgia inspira la excelencia
Hoy ponemos nuestro objetivo más sibarita en una de las marcas de relojes suizos con mejor relación calidad/precio: Longines. Esta firma, con casi doscientos años de historia, tiene tres modelos masculinos de los que nos hemos enamorado. Por precio, tecnología, diseño e historia, convertimos en nuestro objeto de deseo sus novedades de 2016. No lo dude: si quiere un magnífico reloj a un precio decente, es conveniente que baraje la opción de apostar por alguna de sus piezas, ligadas desde siempre al mundo aeronáutico, los deportes y a la Fórmula 1. ¿Permite que le tentemos?
En estos días en los que el mundo se prepara para rendirse a las Olimpiadas de Río, hay que recordar que Longines tiene una honda vinculación con el mundo del deporte. Todo comenzó, precisamente, en 1878, cuando lanzan el primer cronógrafo sencillo, el calibre 20H, patentado por el relojero Alfred Lugrin. Con él, la marca se convirtió en un referente imprescindible de la medición del tiempo. Y por ello hoy sigue muy vinculada con diferentes especialidades. El tenis, el esquí alpino, la equitación, la gimnasia y el tiro con arco son disciplinas que saben que Longines no les falla. Pero también tiene una larga y añeja vinculación, por ejemplo, con el mundo de la Fórmula 1, donde fue cronometrador oficial durante diez años. También, si no lo sabe, fue nombrado en 1919 proveedor oficial de la Federación Aeronáutica Internacional, para quien desarrolló precisos instrumentos de navegación destinados a los pioneros de la aviación.
Hemos hecho una selección de tres modelos masculinos que inspirados en otras épocas nos parecen los más sibaritas de la colección 2016.
The Longines Equestrian Pocket Watch Jockey 1878
¿Quién ha dicho que los relojes de bolsillo están pasados de moda? Símbolo de distinción y estilo, la relojera suiza apuesta por volver a editar esta exquisita pieza, que pone el acento en su conexión con el mundo ecuestre. En 1878, gracias a nuevos procedimientos mecánicos, Longines fue capaz de producir su primer movimiento de cronógrafo. Y gracias, precisamente, a este reloj, se podía cronometrar las pruebas ecuestres con una precisión de un segundo. Y por ello, desde ese momento (final del siglo XIX) Longines ocupa una posición de honor en los hipódromos de Estados Unidos y a asociarse con las más prestigiosas competiciones del mundo equino.
Esta deliciosa réplica alberga, bajo la tapa en oro rosa, la imagen grabada de un jockey y su montura. Presenta un movimiento mecánico de cuerda manual con un cronógrafo monopulsante de rueda de pilares y un Calibre L790.2 (ETA A08.L31). Contiene veinte bellos rubíes, late a 28.800 alternancias/hora y posee una reserva de marcha de 48 horas y las funciones de horas, minutos y segundos. Además, es una edición limitada a solo veinte piezas. Para los que aman los relojes Lépine y no renuncian a su lado más dandy.
The Longines Heritage 1918
Esta pieza, que pueden usar tanto hombres como mujeres, es un viaje en positivo por la nostalgia de la firma suiza. The Longines Heritage 1918 se inspira en los modelos primigenios de la firma del reloj alado, sobre todo en los primeros cronógrafos de pulsera que desarrollaron sus maestros. Al igual que aquellos, esta pieza cuenta con una esfera muy típica de los relojes de la época (con diámetro de 38,5 mm o 41 mm). La caja redonda, de acero inoxidable, viene engastada con una hilera de sesenta diamantes tipo Top Wesselton VVS con un quilate en total. Puro lujo para ellos, y ellas. La esfera, con su color blanco, de acabado pulido, y los números árabes en color miel, nos transportan a épocas más elegantes.
Posee un movimiento mecánico de cuerda automática con calibre L615 (ETA 2895/2), 27 rubíes, 28.800 alternancias por hora y una reserva de marcha de 42 horas. Sumergible hasta treinta metros, su brazalete en piel de caimán de color miel con hebilla aporta un toque de sofisticada elegancia retro.
The Longines Railroad
Otro guiño al pasado, esta vez a una de las tecnologías que más revolucionó el mundo del transporte y permitió grandísimos avances: los trenes. A principios del siglo XX, las compañías ferroviarias confiaron en Longines para equipar a sus empleados, sobre todo en Rumania, Serbia, Persia, Italia, Chile, Canadá, Estados Unidos, Turquía y China. Y es que su exactitud y su maquinaria garantizaban la puntualidad de su servicios, algo absolutamente vital en el sector. Este reloj es, precisamente, un tributo de la relojera suiza a ese método de transporte que hizo del mundo un lugar más asequible, cómodo y explorable.
Está dotado de un movimiento mecánico de cuerda automática de calibre L888.2 (ETA A31.L01) con veintiún rubíes, con 25.200 alternancias por hora y una reserva de marcha de 64 horas. Posee las funciones de horas, minutos y segundos. En el fondo de su caja (de 40 mm de diámetro en acero) apreciamos, grabadas, decoraciones originales de los relojes de bolsillo destinados a las compañías ferroviarias en los años 20 de la compañía. El contraste entre el blanco de su esfera y la pulsera de piel de caimán negra hacen de esta pieza un fantástico reloj para casi cualquier ocasión.
Los relojes Longines forman parte de una tradición en cuanto a complementos con estilo y elegancia. Ofrecen comodidad, exactitud y estilo. Durante los años han marcado tendencia por todo el mundo.
Qué relojes más hermosos volver del
Pasado al presente hay una nostalgia
Pero tener en vivo.