Harajuku y Omotesandō de Tokio. Dos maneras de entender la moda y el estilo
Para ser más exactos no son dos distritos en sí mismos, son dos zonas dentro de los barrios de Minato y Shibuya. En cualquier caso, si lo suyo es la moda transgresora, Harajuku es su lugar. En sus escondidos callejones se mezclan artistas vanguardistas con modernos adolescentes. Su epicentro es la calle Takeshita, algo así como una auténtica incubadora de tendencias extrafalarias. Y si los excesos visuales de Harajuku no van con usted, dedíquese a disfrutar de un territorio mucho más sereno y sobrio, Omotesandō.
Harajuku
Hogar de los coolhunters más extremos y laboratorio de experimentos de la cultura moderna, verdaderamente esta barriada es uno de los referentes mundiales de los movimientos estéticos alternativos. La excentricidad es la tónica general de la zona que deja pasmados a algunos y embelesados a otros. Por cierto, está hasta la bandera de turistas, se lo advertimos.
Peluquerías rosas, looks a base de vestidos de tafetán, tutús, medias de encaje, zapatos de formas y colores impactantes, maquillajes contundentes… en las chicas. Y ellos tampoco se quedan atrás, con lentillas rojas y maquillaje transgresor en blanco y negro.
En Harajuku está el Parque Yoyogi. Uno de los más grandes de la urbe, es además centro de reunión de grupos de música independientes y amateur. De hecho, Harajuku también concentra lo último en movimientos musicales. Lógico tratándose del epicentro de las tribus urbanas y de un modo de pensar diferente. Y como buenos aerotrastornados que somos, decirle que este parque fue el lugar donde se realizó el primer vuelo a motor de Japón, en 1910.
Entre todo este mundanal panorama, hay quien viene a dedicar su tiempo a orar. El Santuario Meiji, al lado del Parque Yoyogi y rodeado de árboles, es un lugar de calma y sosiego que hace que se nos olvide estar al lado de la ajetreada calle Takeshita. Merece la pena ir en fin de semana porque es probable que encuentre alguna boda tradicional japonesa.
Omotesandō
A tan sólo unos cuantos pasos de Takeshita, está la zona de Omotesandō. El contraste es total. También es destino para los apasionados de la moda pero a otro nivel. Louis Vuitton, Prada, Tod’s, Dior o Gucci, entre otras firmas, despliegan aquí (además de en Ginza) sus lujosos escaparates en edificios ya de por sí espectaculares, diseñados por arquitectos de la talla del japonés Tadao Ando o los suizos Herzog & de Meuron.
Pero no sólo de moda vive esta barriada, también es zona de restaurantes y clubes nocturnos. Si tiene tiempo para estar tranquilamente comiendo y después pasar una hora o dos de café, éste es el lugar correcto para ello. También es lugar para el terraceo. Hasta ahora no era habitual ver, como en cualquier ciudad occidental, una escena de terraza, pero cada vez se imponen más las terrazas en Tokio. El centro comercial Tokyu Plaza cuenta en la última planta con una terraza y jardín exterior, ideal para tomar un brunch. Otro agradable oasis en el centro de Tokio es la terraza de Crayon House Hiroba, un restaurante, y tienda, situado en las inmediaciones de esta tranquila calle Omotesandō. Es además un restaurante pionero del movimiento de comida orgánica en Japón.
Otros distritos recomendables para el viajero que busca el Tokio más dinámico y evolucionado o el más auténtico y tradicional:
- Los distritos de Ginza y Nihombashi. Pioneros en el arte de comprar y vender
- Akihabara y Ueno, tan cercanos y tan distintos
- Asakusa. Cuerpo y alma de la antigua Edo
- Shibuya y Shinjuku, quien dijo tranquilidad
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