Etiquetas vintage de viaje: el primer gran “souvenir”
Viajar no siempre ha sido una actividad común ni tan placentera. La figura del turista se remonta a los años 60 y con ella surgió la figura del souvenir, un concepto que ha ido cambiando con el paso de los años y lo que ha ido significado viajar. Antes de todo eso, a principio del siglo XX los hoteles entregaban a sus huéspedes unas cuidadas etiquetas para pegar en el equipaje, haciendo la función de las fotografías que tomamos con los móviles o de las postales que nos llevamos a casa. Un souvenir que algunos hoy toman con nostalgia por su actual atractivo y originalidad.
Las reservas en los hoteles ya no son lo que eran. Hoy estamos a un clic de poder reservar una habitación, verla antes siquiera de poner un pie en el edificio y leer comentarios de otros huéspedes que ya disfrutaron (o padecieron) su estancia. Desde principios del siglo XX hasta los años 60, la forma más común de reservar con antelación era llamando al alojamiento. Y a la llegada al hotel u hostal, este entregaba en mano a sus clientes una etiqueta original, colorida y que representaba tanto al establecimiento, como a la ciudad en la que se encontraba.
Esta etiqueta se pegaba en el equipaje de cada turista, y permanecía en su maleta hasta que hubiera que tirarla. Un souvenir muy especial reservado al pequeño grupo que podía considerarse como “turistas” y que estaban ansiosos por contarles a sus allegados sus aventuras, así que presumían con estas etiquetas que gritaban: “yo he estado ahí”. La maleta de cada viajero era un claro repaso por sus estancias alrededor del mundo, marcadas en las etiquetas. Por desgracia, estos recuerdos gráficos ya han desaparecido como souvenirs y ahora nos quedan los imanes y mecheros un tanto cutres de las tiendas de regalos.
Desde hace unos años hay una creciente admiración y un repunte en el interés hacia estos originales recuerdos, lo que ha provocado que en el mercado segunda mano haya aumentado su precio, pero nos ha permitido descubrir infinidad de diseños. Podemos hacernos con una de estas etiquetas por 5 dólares en internet, dependiendo de sus condiciones, el hotel del que proceden, el ilustrador que las diseñó y la corriente artística que siguen. También es frecuente encontrarlas en mercadillos, ferias de antigüedades o viejas librerías con secciones especialmente dedicadas a las etiquetas.
Las etiquetas tienen un toque vintage, un aura que les hace muy especiales. Solo se repartían en aquellos hoteles considerados como “Grand Hotel”, es decir, los que ofrecían lujo y una atención exquisita a sus huéspedes. Puede que no todos los turistas de aquella época admiraban las etiquetas como lo que realmente son: pequeñas obras de arte y piezas únicas de diseño.
Además, mostraban países exóticos como Egipto o la India, mezclados con estaciones de esquí como la de Saint Moritz, lugares al otro lado del charco como Caracas, Buenos Aires o Hong Kong o las ruinas de Atenas y Roma. Un recorrido por el mundo en forma de etiquetas que adornaban el equipaje de los primeros turistas.
Estos antiguos souvenirs hablan de la sociedad de la época, las costumbres y la corriente artística de moda del momento. Creadas por artistas anónimos o grafistas de prestigio, mezclan Art Nouveau con imágenes inspiradas por la Bauhaus o algunas más atrevidas que seguían las vanguardias.
Las etiquetas no solo beneficiaban a los hoteles, sino que fueron una plataforma para sus creadores, quienes se aprovecharon del tirón que tenían y comenzaron a hacer negocio con ello. Los ilustradores encontraron en las etiquetas un aliado en el que expresar su arte y jugar con el diseño.
De entre los más conocidos encontramos a Dan Sweeney, un ilustrador americano que trabajó en el arte de los libros, pósters, revistas y, cómo no, etiquetas. Destacan las que realizó para los grupos de hoteles distribuidos en Hong-Kong y Shangai. Mario Borgoni, por su parte, fue un artista gráfico más conocido por sus etiquetas de Art Nouveau y sus pósters, que seguían la misma corriente.
Los diseños de estos artistas y otros más anónimos se pueden admirar en un Flickr: El arte de las etiquetas de viaje, que está exclusivamente dedicado a las etiquetas vintage de hotel.
Aunque, si hay una recopilación que sorprende por la cantidad de etiquetas que reúne es el libro World Tour. Vintage Hotel Labels From the Collection of Gaston-Louis Vuitton, publicado en 2013. Esta compilación de pegatinas se extrae de la colección personal de Gaston-Louis Vuitton, el nieto del fundador de la prestigiosa casa de bolsos y baúles. Gaston-Louis era un apasionado de las etiquetas vintage y las coleccionaba e, incluso, llegó a pegar algunas en los productos de la marca de su abuelo.
La escritora chilena Francisca Mattéoli se encargó de reunir esos casi 3.000 souvenirs tan especiales y publicó más de un millar en este espectacular libro. Puede sorprender que un Vuitton se dedicara a guardar algo tan intrascendente como unas etiquetas que le regalaban en cada hotel, aunque si recordamos uno de los reclamos publicitarios de la casa de bolsos y baúles, todo guarda mucho sentido: “Muéstreme su equipaje y le diré quién es”. Y cuantas más pegatinas tuvieses en tu equipaje, mejor.