Este país es el lugar perfecto para recargar las pilas
Desde espeleología y pesca hasta templos mayas que no están abarrotados, y con algunos de los mejores lugares de buceo del mundo, este país caribeño tiene todo lo necesario para recargar las pilas en plena naturaleza. Mientras los viajeros estén libres de COVID, pueden entregarse a la búsqueda de aire puro y aventuras; Y después de un largo día de hazañas, toca experimentar la satisfacción de relajarse en la playa con una barbacoa o una cena a la luz de las velas -la gastronomía es otro de sus grandes atractivos-. Estamos hablando de Belice, situado en la península de Yucatán, entre Guatemala y México.
1 de marzo de 2021,
Más que un lugar en el que podamos únicamente relajarnos, muchos queremos un viaje que sea realmente revitalizante. Quizás que nos permita seguir siendo muy activos, aunque de forma totalmente distinta a lo que acostumbramos en nuestro día a día. Esto es lo que podemos esperar en Belice. Con unos 450 islotes e islas que explorar, por tierra y bajo el mar, playas espectaculares como Silk Caye y Half Moon Caye (sólo por nombrar alguna), espacios naturales de película y un sinfín de actividades al aire libre, el país caribeño no sólo es el destino perfecto para relajarse y distanciarse de la vida urbanita, también es ideal para el viajero que busca unas cuantas dosis de aventura.
Riesgos no así en lo relativo a la COVID. El país cuenta con estrictos requisitos sanitarios para mantener a los visitantes lo más seguros posible desde su llegada hasta su partida, por lo que se garantiza un viaje sin estrés también en este sentido. Los viajeros a Belice deben reservar alojamiento en una lista preaprobada de hoteles Gold Standard, que siguen protocolos de limpieza mejorados. Todos deben también descargarse la nueva aplicación Belize Health App y rellenar la información sanitaria requerida, hacerse una prueba de PCR en las 96 horas previas o una prueba de antígeno rápido en las 48 horas previas a viajar a la isla; y utilizar un proveedor aprobado como transporte terrestre a los hoteles.
Snorkeling, un clásico aquí
La carta de actividades que hacer en Belice empieza con el snorkel. En Belice hay más de 500 especies de vida marina, entre ellas bancos de peces de colores, tortugas e incluso alguna barracuda a lo largo de los cientos de lugares de buceo de distintas profundidades de la Barrera de Coral.
Inmersiones épicas
Este país alberga la mayor barrera de coral del hemisferio norte y tres de los cuatro atolones de coral del hemisferio occidental, además de algunas de las aguas más cristalinas del mundo. La visibilidad se extiende habitualmente a cientos de metros, lo que garantiza en las inmersiones tener siempre la mejor vista de la fascinante vida marina, como corales, tiburones, tortugas y rayas.
Lugares increíbles son la Reserva Marina de Hol Chan y el Cayo Ambergris, ambos considerados entre los mejores destinos de buceo del mundo. Pero la experiencia definitiva es hacer una excursión de un día al Gran Agujero Azul de la Barrera de Coral de Belice. Este lugar, una de las grandes maravillas geológicas del mundo, se encuentra a tan sólo 69 kilómetros de tierra firme pero tiene nada menos que 121 metros de profundidad, con peces raros y estalactitas que no se encuentran en otros lugares de buceo.
Practicar la pesca deportiva
El país es uno de los pocos lugares del mundo donde se puede pescar un Grand Slam (capturar en el mismo día al menos tres diferentes especies) de bonefish, palometa y sábalo. Varios ríos desembocan en el mar Caribe, por lo que la pesca diaria está prácticamente garantizada. Otro buen lugar es el atolón de Turneffe, considerado uno de los lugares más deseables del mundo para la pesca con mosca.
Un paseo cavernario
Hay miles de laberintos de cuevas para hacer espeleología, desde paseos sencillos hasta desafiantes caminatas que pueden convertirse rápidamente en gateos, escaladas, rápeles e incluso en tener que nadar. Independientemente de la gruta que se visite, normalmente el viajero encontrará extensas formaciones de estalactitas y estalagmitas. Pero algunas cuevas presentan atracciones aún más particulares.
Como la de Che Chem Ha en la que descubrir cerámica que data de hace unos dos mil años, o la cueva Actun Tunichi Muknal para ver antiguos restos humanos como esqueletos intactos, o a Blue Creek y Caves Branch para presenciar formaciones naturales como cascadas subterráneas. Y en la Reserva Arqueológica de la Rama de Cuevas de Nohoch Che’en se puede incluso explorar las cuevas sagradas de la antigua civilización maya.
El universo maya
En Belice se pueden conocer los misterios de los mayas sin las habituales multitudes; Y no porque ahora estemos en tiempos de COVID, que también, sino porque Belice apuesta a ultranza por un turismo sin opciones para la masificación y el “todo incluido”.
Todos los yacimientos están gestionados por el Instituto de Arqueología de Belice y cuentan con centros de interpretación y guías formados que muestran también los alrededores para aprovechar al máximo la visita.
En el norte del país se encuentra Cerros, al que se llega mediante un breve paseo en barco por la bahía de Corozal. Es el único yacimiento maya de Belice situado en la costa, y fue construido en el año 50 a.C. como centro comercial maya, con tres grandes edificios y varias plazas con pirámides. El edificio más alto se eleva 22 metros sobre una plaza prominente y ofrece vistas panorámicas de la bahía de Chetumal, la ciudad de Corozal y la desembocadura del río Nuevo.
Lamanai, en el distrito de Orange Walk, es uno de los mayores yacimientos de ruinas mayas de Belice. El lugar fue ocupado alrededor del año 900 a.C. durante más de 3.000 años, hasta la llegada de los misioneros españoles en 1544. Además de los templos y palacios, se puede visitar un museo con reliquias mayas, como una máscara bien conservada de un gobernante maya que emerge de un tocado de cocodrilo. En la zona también hay restos de dos iglesias españolas del siglo XVI; y estando enclavado en un bosque tropical, es ideal para una visión única de la biodiversidad de la zona con fauna como jacanas, cocodrilos e iguanas.
Otro lugar fascinante es Xunantunich, sumergido en la selva y al que se llega cruzando el río Mapan en un transbordador muy rudimentario. Situado en lo alto de una colina que domina el distrito de Cayo, este importante centro ceremonial se construyó en una cresta natural de piedra caliza y consta de seis plazas principales, además de más de 25 templos y palacios.
La mayor pirámide del sitio, que se eleva casi 40 metros sobre una plaza, presenta impresionantes frisos tallados; uno de ellos se ha conservado y cubierto con una réplica de lo que en su día fue la máscara central que representa al dios sol, la luna y Venus. Las vistas son impresionantes, en un día claro se puede llegar a ver hasta la cercana Guatemala y el templo maya Caracol en la reserva forestal de Pine Ridge.
Gastronomía de mar
Además de buceo, snorkeling y demás actividades al aire libre, dos atractivos más que ponen la guinda al viaje son la calidez de su gente y su gastronomía. El primero marcado la mezcla de culturas, religiones y diversidad étnica, aunque con un marcado influjo caribeño. Y el segundo, una cocina muy enfocada en el océano, con sus pescados y mariscos.
Dado que el 70% del territorio y de las aguas de la isla son áreas protegidas, el turismo en este país es limitado. En gran parte por ello, todos los restaurantes son de gastronomía local, es decir, son negocios de pequeños empresarios del país. Lo mismo sucede con el hospedaje, solo hay una esmerada oferta de 807 pequeños hoteles boutiques.
La gastronomía de Belice, aunque este fuera una colonia británica, se inspira en la comida mexicana y caribeña y muy poco en la anglosajona. Mucho pescado -langostas a tutiplén-, además de arroz, alubias, verduras, tamales, pozol y panuchos con el toque de leche de coco y plátano frito del Caribe. No dejes de probar los panades, que son las empanadas beliceñas que se hacen con distintos ingredientes como pescado ahumado, frijoles, queso o carne. Y para desayunar, los Fry Jacks, una deliciosa masa frita con mermelada y miel, o salados con frijoles y queso.