Esperar un vuelo en la selva. Eso es posible en el aeropuerto Changi de Singapur

En un país de naturaleza desbordante, donde la selva es una constante por todo su territorio, ¿cómo no iba a tener su aeropuerto internacional su propia selva? Eso es lo que debió de pensar el arquitecto y urbanista Moshe Safdie cuando le encargaron el proyecto de la nueva zona de tránsito del aeropuerto Changi de Singapur. El resultado ha sido el nuevo complejo de 135.700 metros cuadrados, denominado Jewel Changi Airport, donde la vegetación es la absoluta protagonista. Todo un jardín tropical con la mayor cascada artificial del mundo. Nada menos que 40 metros de caída y 38.000 litros de caudal de agua por minuto que se ilumina por las noches, rodeada de más de 120 especies botánicas. Además de 280 negocios, entre tiendas, cines, restaurantes, atracciones y un hotel, como centro de ocio que en definitiva es.

¿Un paisaje tropical o un aeropuerto? Foto: Wei Leng Tay  para Bloomberg.
¿Un paisaje tropical o un aeropuerto? Foto: Wei Leng Tay para Bloomberg.

Todo esto se encuentra bajo una estructura de vidrio y acero, con forma de gigantesca bóveda, que permite que el interior se bañe en luz natural, un magnífico “spa” para las plantas y árboles que viven dentro. Los paneles de vidrio absorben además el ruido de los aviones, regulan la temperatura interior y no producen reflejos que puedan molestar a los pilotos.

No podía ser en otro aeropuerto que en este, considerado el mejor del planeta en World Airport Awards (ya por séptimo año consecutivo) en materia de servicios para pasajeros. Ahora, mientras estos esperan, pueden pasear entre palmeras, árboles, arbustos autóctonos de Singapur y miles de flores, estas traídas de todo el mundo. Y si hay algo que “sí o sí” llama la atención de todos los viajeros, eso es el espectáculo de su enorme cascada. Situada en el corazón de la plaza ovoidal, con 40 metros de altura y con el hipnótico sonido de los litros y litros de agua cayendo -nada menos que 38.000 al minuto-, es imposible no dedicarle unos segundos de nuestra atención. Por cierto, las plantas y la cascada se abastecen mediante el agua de lluvia, recogida de las frecuentes tormentas en la región.

La gran protagonista: la cascada, imposible que pase inadvertida a la mirada de los viajeros.
La gran protagonista: la cascada, imposible que pase inadvertida a la mirada de los viajeros.
La pasarela con la vía del tren que permite la conexión con las 3 terminales.
La pasarela con la vía del tren que permite la conexión con las 3 terminales.

El gran pabellón se recorre rodeando el gran patio con la cascada, subiendo por varias plantas, o bien por senderos de piedra o, tras el arbolado, por los pasillos comerciales. Y en el piso superior, en el llamado Canopy Park, se puede disfrutar de 14.000 metros cuadrados de más jardines, un puente aéreo de 50 metros, un laberinto vegetal y otro de espejos, un tobogán gigante y ocho bares y restaurantes. También atraviesa una vía de tren que conecta las tres terminales del aeropuerto.

La propuesta gastronómica incluye restaurantes para cenar bajo las estrellas. Y la de compras se integra en un bonito entorno de selva tropical.

El laberinto vegetal.
El laberinto vegetal.

1.100 millones de euros y 5 años de trabajo. Esto es lo que ha costado la nueva zona central del aeropuerto de Singapur. Este complejo aeroportuario, o jungla urbana, según se mire, ha sido obra del arquitecto israelí-canadiense Moshe Safdie. Autor de edificios emblemáticos como Habitat 67, el pabellón para la Expo 67 de Montreal compuesto por de 354 cubos prefabricados, reconvertido en un complejo de viviendas; o el Resort Marina Bay Sands de Singapur, ya icónico por su imponente tejado- piscina infinity, sobre las tres torres.

El Jewel Changi Airport constituye en sí toda una atracción turística.

Todo un espectáculo visual y de sensaciones que disfrutar a nuestro paso por Changi. Sin dudarlo, pasar las horas entre vuelo y vuelo nunca ha sido más atractivo, es más… ¡bienvenidos los retrasos!

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