El Albero… los mejores asados (y boquerones) junto al aeropuerto de Madrid-Barajas
El Albero es un restaurante familiar que ya va por la segunda generación y que ha sabido posicionarse en el área de influencia del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. Aquí se garantiza un producto de primera calidad, cocina tradicional con un toque creativo, servicio impecable… y unos asados y unos “boquerones del Jarama” que son toda una referencia en la Comunidad de Madrid. Está en el corazón de Paracuellos del Jarama, una localidad que gracias a su elevada situación geográfica, tiene increíbles vistas al “skyline” de la capital y a las pistas de Barajas.
Debido a su cercanía al aeropuerto de Madrid, son muchos los pilotos, azafatas y amantes de la buena mesa que se rinden a los encantos de El Albero y llegan hasta aquí atraídos por su jamón ibérico, su pulpo a la parrilla, sus mollejas de cordero lechal o su ensalada de tomate rosa de Navarra con cebolleta y ventresca.
El Albero presume de tener, ya desde su nacimiento, unos comensales exigentes, que valoran la apuesta que Virginia y Miguel Sánchez, propietarios del local, hacen para que todo funcione a la perfección. Y repiten, porque los clientes de El Albero son fieles a la casa desde que los padres, Luis Miguel y Flora, pusieron en marcha el negocio en 1985.
“Un examen diario, sin bajar la guardia”
¿Competencia? No existe, porque en la zona no hay un restaurante de estas características. Sin embargo, Miguel y Virginia aseguran que esto no les tranquiliza, y trabajan como si hubiera siete locales como el suyo en la misma calle. “Mis padres nos enseñaron que la hostelería es un examen diario. Por eso, estamos siempre innovando y aprendiendo, porque no podemos bajar la guardia. El nivel que heredamos era muy alto y tenemos que mantenerlo”, asegura Miguel, un joven implicado hasta la médula en el negocio familiar y que llegó a hacer un Máster en Dirección de Empresas para gestionar el legado recibido.
En la amplia carta de El Albero hay almejas en salsa verde, zamburiñas, carabineros asados, merluza de pincho del Cantábrico, lubina al horno, atún rojo a la plancha, carne de vaca vieja rubia gallega envejecida 30 días, rabo de toro estofado, tempura de verduras… pero, entre todas las opciones, si hubiera que elegir sólo dos especialidades, éstas serían los asados (cochinillo de Segovia y paletilla de cordero lechal) y los boquerones del Jarama, que se han hecho célebres en toda la Comunidad de Madrid.
¿Su especialidad? Los boquerones del Jarama
“Al año preparamos, sin exagerar, más de 1.800 kilos de boquerones. Llega gente de todos lados para probarlos. Mi padre decía a los clientes, de broma, que era yo quien bajaba todas las mañanas al río Jarama a pescarlos”, rememora Miguel con una sonrisa y echando la vista atrás.
Por eso, cuando llegó el momento, tanto él como su hermana Virginia no dudaron en abandonar sus respectivos trabajos para dedicarse en cuerpo y alma al proyecto que tanto esfuerzo costó a su padre posicionar como referente del norte de la Comunidad de Madrid y que hoy sólo cierra los lunes por descanso del personal.
“Yo era mecánico de motos del Campeonato de España y de pruebas del Mundial de Velocidad de Motociclismo. Y Virginia trabajaba en el aeropuerto, en Aena. Pero los dos tuvimos claro que éste era nuestro sitio”, asegura Miguel bajo la mirada cómplice de Virginia, que recuerda cómo desde niños vieron a sus padres sacrificarse y luchar para mantener un negocio que, sobre todo al comienzo, no fue nada fácil. “Mis padres fueron unos pioneros. Cuando montaron el restaurante, pensaban que Paracuellos del Jarama iba a situarse muy pronto en el mapa gastronómico, pero eso tardó y hemos tenido que ser los hijos los que hemos visto el despegue. Y eso gracias a la construcción de la T4, de Ifema y de la urbanización Mira Madrid. Hasta entonces, mis padres trabajaban mucho con resultados más modestos, pero no desconectaban nunca del lío, y encima la vivienda familiar estaba en la planta superior del restaurante”.
Creatividad en “el balcón de Madrid”
Hoy, Miguel y Virginia no paran de devanarse la cabeza para fidelizar al cliente. Y lo mismo organizan catas de vinos en colaboración con bodegas de todas las denominaciones de origen que montan unas jornadas especiales de callos o de setas. “Todos las propuestas son muy bien recibidas”, matiza Virginia, quien afirma que las cenas con maridaje están muy cotizadas por grupos familiares y de amigos de la zona. “Son convocatorias públicas y las plazas se agotan enseguida, porque el boca a boca funciona como un rayo. Son cenas con 6 platos y otros tantos vinos que se amenizan con los comentarios de los enólogos de las bodegas. Suelen comenzar a las 20.30 horas y acaban más allá de la 2 de la madrugada, porque se crea un clima de camaradería mágico”.
Todo ha cambiado mucho desde que se inauguró El Albero en 1985. Entonces, Paracuellos del Jarama tenía 3.000 habitantes y hoy cuenta con 27.000, pero todos saben que existe un restaurante que es la gran referencia gastronómica del pueblo. Una localidad con muchos atractivos turísticos que, por un lado, mira al aeropuerto de Barajas y, por otro, se asoma a un perfil urbano de auténtica postal, enmarcado por las cuatro torres de la Castellana. No en vano Paracuellos del Jarama ha recibido el sobrenombre de “el balcón de Madrid”.