Una ruta de tapas por Metro Ibiza en Madrid

Se llevan las barras ilustradas. Nos gusta la gastronomía informal y el comer de pie sin renunciar, por ello, a las mejores preparaciones, recetas y fórmulas magistrales de los cocineros. Si hay una zona de Madrid que se está haciendo fuerte en este sentido, con permiso de Ponzano, es la de Ibiza. Elegancia burguesa y buena, y buena comida, para los aficionados al noble deporte de la barra. Aquí van algunas recomendaciones para picar y acertar. Una ruta de tapas por Metro Ibiza de categoría.

 

El grifo de La Castela, listo para refrescarnos.
El grifo de La Castela, listo para refrescarnos.

 

La Catapa: Miguel Ángel Jiménez, dueño y cocinero, prepara en este local (antaño ocupado por Taberna Laredo) una de las tortillas de patatas más ricas de la capital. Sin discusión. Pero la verdad es que no son pocas las restantes delicias con las que conquista a su parroquia creciente de fieles tapeadores: ensaladilla, croquetas de patata y trufa, centollas cuando es temporada, callos… Y por supuesto, buena bodega (vinos, vermuts) y ambientazo.

La Catapa zona metro de Ibiza Madrid
La Catapa: este pequeño restaurante pero grande en tapas de la zona Ibiza.

 

 

Restaurante La Montería: Otro clásico de la zona que, como el buen vino, mejora con los años. Y que, además, en la presente edición de la guía Michelin ha sido seleccionado como BIB Gourmand, es decir, un sitio con una relación calidad-precio muy buena. Cuenta con un comedor más formal, aunque para los iniciados recomendamos su barra. La carta, de mercado, cambia periódicamente y no defrauda, a tenor de lo llenísimo del local. Su web desvela algunos datos curiosos: casi acumulan un millón de comensales, sirven 458 raciones de atún al mes de media y 19.800 copas de Rioja al año. Eugenio, el maestro al cargo de todo esto, es un gran profesional.

La Montería: tabernismo ilustrado.
La Montería: tabernismo ilustrado.

 

La Castela: Se aloja desde 1989 en donde antaño la Bodega de Méntrida despachaba sus viandas. Es otro de los clásicos de Retiro donde sirven la cerveza como nadie. Tapas y raciones tradicionales pero muy bien elaboradas. Sabrosas sus zamburiñas, los melosísimos revueltos (de merluza y calabacín o morcilla y habas) y otros bocados de taberna reseñables.

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La barra de La Castela.

 

Marcano: Desde hacer no mucho opera en un local mucho más espacioso, donde todavía conserva una pequeña barra en la que podrá hacerse fuerte si lo desea. David Marcano, su chef, se considera discípulo de Arzak y desarrolla una cocina de siempre, pero renovada. En la barra ofrece platos rápidos y elaborados con más sencillez aunque tan originales como la papada ibérica & kimchi pan gua bao (el omnipresente panecillo oriental al vapor), croquetas de txangurro y gamba blanca o de leche de oveja e Idiazábal o sus estupendas gyozas vegetales. Un lujo.

Imposible resistirse a las propuestas de Marcano y su equipo.
Imposible resistirse a las propuestas de Marcano y su equipo.

 

Taberna Arzábal: Uno de los más clásicos y mediáticos de los locales de la zona. Álvaro Castellanos e Iván Morales son dos jóvenes que han conquistado el corazón de los comensales matritenses desde 2009. Y con razón: sirven un salmorejo de fábula, trabajan con un género de primera y seducen con una carta con conservas fabulosas y platos más elaborados tan apetitosos como los callos o sus patatas a la Importancia con cigalitas. Los dueños son el mejor ejemplo de gastroempresarios triunfadores: además de Arzábal (con un espacio en el Reina Sofía adicional, por cierto) en Lovnis (General Pardiñas 56) homenajean al plato combinado de toda la vida con perspectiva sibarita y decoración de lo más marciana.

Aires divertidos y platos sobresalientes en Arzábal.
Aires divertidos y platos sobresalientes en Arzábal.

 

La Chelo: Iñaki Oyarbide nos abandonó hace pocos meses, pero su espíritu y su propuesta gastronómica perviven en este local, que vio la luz no mucho antes del fallecimiento de este grande de la gastronomía nacional. En barra ofrecen una carta corta, pero efectiva, de tapas como croquetas de bacalao o jamón, tortilla de patatas con chistorra y alegrías, medallón de solomillo con queso brie y puerro o brandada de bacalao.

Una de las ricas preparaciones de La Chelo.
Una de las ricas preparaciones de La Chelo.

 

La Emualda: Joven taberna desde cuyos fogones se honra a la gastronomía madrileña a través de sus vinos y recetas, y con un guiño muy especial a los excelentes productores de la región. Soldaditos de Pavía, croquetas elaboradas con leche fresca de La Colmenareña (si no la han probado háganlo, verán la diferencia con otras leches) y otros guisos muy de la capital desfilan en un ambiente cien por cien auténtico. Buena carta con vinos nacionales y, por supuesto, de Madrid.

La Emualda: aires modernos para la gastronomía matritense de siempre.
La Emualda: aires modernos para la gastronomía matritense de siempre.

 

Triana: un rinconcito cálido y acogedor imbuido de espíritu andaluz. Y eso es sinónimo, cuando las cosas se hacen bien, de un tapeo de altura. Y aquí se cumple con lo esperado de la tierra de la tapa. Cazón en adobo (lo que en Madrid se empeñan en llamar bienmesabe), cigalitas, ensalada de tomate, salmorejo… Una amplia carta que también se puede disfrutar más sosegadamente en su salón interior.

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Triana y su salmorejo: pareja de ases.

 

Casa Rafa: Refugio de los amantes del marisco con mayúscula de la capital. Espacio clásico hasta la médula con clientela al alimón, pero que sabe lo que se hace (es un sitio de esos donde los cocineros van a cenar bien). Buena ensaladilla, aunque los precios, en general, son elevados.

Marisco de Casa Rafa: garantía de calidad.
Marisco de Casa Rafa: garantía de calidad.

 

La Taberna de Buendi: No te pierdas sus canapés variados, de generosas dimensiones y con tantas posibilidades que te costará elegir. Como en el resto de tabernas de la zona, no falta una buena selección de vinos, quesos, foie, caviar de erizo y similares viandas. Ojo a la ensalada de berberechos con canónigos.

 

Rosalía Martínez

Aunque mi nombre es Rosalía Martínez, todo el mundo me conoce como Piti. Periodista gastronómica de profesión, tengo igual de inquietos el espíritu y el paladar, así que me apasiona viajar y descubrir sitios fantásticos para comer. Y contarlo y recomendar, claro. Epicúrea convencida. Cuando no como o viajo, leo y veo series.
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