Una ruta gastronómica por Bilbao

Bilbao y la palabra gastronomía deberían ser sinónimos. ¡Hay que ver lo bien que se come en la modernizadísima ciudad vasca! Con la calidad y el producto por banderas, Bilbao sigue como villa imprescindible para cualquier escapada comidista que se precie. Bien optemos por tascas o por más enjundiosos, las probabilidades de acierto son máximas. Y con esta humilde y pequeña ruta gastronómica por Bilbao que le proponemos, estamos convencidos de que se defenderá muy bien.

 

Un pintxo del conocido Gure-Toki. Imagen de su web.
Un pintxo del conocido Gure-Toki. Imagen de su web.

 

Los vascos han hecho de la miniatura culinaria un arte y se basaron para ello, claro, en la tradición de sus pintxos, auténticas delicias en tamaño reducido. Bien sean sencillos (donde brilla el producto) como más elaborados, el comensal se verá tentado a disfrutar de las interminables muestras de talento expuestas en la barra. Para introducirse en el mundo de los pintxos, nada mejor que comenzar con los de txangurro gratinado que sirven en El Globo, un céntrico templo para los tragaldabas. Fuera del entorno de las siete calles, hay que probar el citado platito aunque la variedad es enorme y apetitosa en su totalidad. El de bacalao también lleva fama.

 

El tiempo se detiene en el Café Iruña.  Imagen de su web.
El tiempo se detiene en el Café Iruña. Imagen de su web.

 

Otra visita obligada, más cerca del casco viejo, es el Café Iruña: en él encontramos los inefables pinchos morunos, que elaboran al momento y con un resultado totalmente adictivo, y los serranitos, con tocino ibérico. El espacio, por cierto, es precioso, con un fantástico artesonado de madera y un ambiente que ya merecen la visita de por sí. Claro que ir y no tomar algo debería estar tipificado como delito en el código penal. Por cierto, lleva en Bilbao desde 1903. También dispone de un comedor para cenas y comidas.

Pintxos por el casco viejo

¿Le hace un creativo pintxo del GUre-Toki?
¿Le hace un creativo pintxo del GUre-Toki?

 

Ya que está usted en el casco viejo, hay tres sitios que debe probar, aunque no faltarán opciones según avance. En el Argoitia, por ejemplo, es recomendable recalar si nos gustan los productos de máxima calidad del mar, como las gambas o los mojojones. En el Gatz, sin dudarlo, disfrute de su pintxo de bacalao al pil-pil, aunque tampoco debe perderse otras propuestas más “modernas” como el steak tartar o la tortilla de morcilla. Y en la Plaza Nueva gusta, y mucho, el Gure Toki, con pintxos más clásicos o platos con un delicioso toque de modernidad. Que no hay que olvidar que fueron los vascos los que primero pusieron a España en la vanguardia gastronómica mundial. ¡Ah, y que no se nos olvide! También anda por la zona la centenaria Bodega de Joserra: clásica, única y llena de personalidad. Txikitos, zuritos y otras bebidas harán las delicias de su ruta.

De mesa y mantel

Bilbao también nos brinda la oportunidad de vibrar con restaurantes que rebosan talento. Modernidad o tradición, o una equilibrada mezcla de ambas, presiden las cocinas más interesantes de la ciudad. Un lugar recomendabilísimo es, sin duda, Etxanobe.  Una estrella Michelin, dos soles Repsol y un premio Euskadi de Gastronomía lo sitúan como uno de los espacios más sobresalientes de la ciudad. Actualmente se ha trasladado al centro de Bilbao y ahora son dos restaurantes: La Despensa y El Atelier de Etxanobe. Su propuesta culinaria, que aúna cánones clásicos con técnicas y usos vanguardistas, no renuncia a la creatividad, aunque sin olvidar que el rey y señor, y el epicentro del trabajo, es el magnífico producto con el que trabajan. ¿Sabía que su lasaña de anchoas tiene un club de fans? Tan real como la vida misma.

 

El equipo de Nerua, en pleno proceso de creación. Imagen de su web.
El equipo de Nerua, en pleno proceso de creación. Imagen de su web.

 

Otro lugar para un homenaje es Nerua, situado en el Museo Guggenheim. Reina en sus fogones Josean Alija, un auténtico luchador (estuvo en coma 21 días y tuvo que reeducar su gusto y olfato, sin los que despertó) lleno de talento. La propuesta de Nerua es vanguardista, con una carta que cambia en función de la estación, pero que se busca resaltar, ante todo, la maravillosa materia prima de los productores locales de los que se surte. Cada menú estacional se concibe con un año de antelación, por lo que la reflexión y el análisis presiden el trabajo de Alija y su equipo, reconocido con una estrella Michelin.

Algo más asequible es Aizian. Aquí, José Miguel Olazabalaga se entrega en cuerpo y alma a los sanos preceptos del Kilómetro Cero, filosofía gastronómica que aboga por el respeto a los tiempos necesarios en la cocina y prima el uso de ingredientes producidos cerca del restaurante. Créanos que merece la pena ponerse en las manos de este experimentado marmitón.

Para amigos del dulce

Dulces de ayer y de hoy en Martina de Zuricalday.  Imagen de su Facebook.
Dulces de ayer y de hoy en Martina de Zuricalday. Imagen de su Facebook.

 

Si usted es goloso, en Bilbao encontrará un auténtico paraíso para desayunar, merendar o simplemente disfrutar de un bocado dulce. En Arrese, por ejemplo, podemos adquirir surtidos de trufas maravillosas, así como unas palmeras de chocolate deliciosas. En Martina de Zuricalday (desde 1830 en el gremio) ponen a prueba nuestros intentos de hacer dieta (fracasará, avisamos) con deliciosos confites de toda clase y condición: nuestro favorito es el bollo de mantequilla, una especie de suizo relleno de una crema de mantequilla (perdonen la redundancia) dulce adictiva. Pero resístase usted a los otros pasteles modernos que hacen… Y si el tiempo le acompaña, recale en la heladería Nossi-bé: más de cien años llevan refrescando a los bilbaínos con recetas tan golosas como el helado de calimotxo o de bacalao al pil-pil, aunque no faltan otros sabores más tradicionales, tranquilo.

 

Rosalía Martínez

Aunque mi nombre es Rosalía Martínez, todo el mundo me conoce como Piti. Periodista gastronómica de profesión, tengo igual de inquietos el espíritu y el paladar, así que me apasiona viajar y descubrir sitios fantásticos para comer. Y contarlo y recomendar, claro. Epicúrea convencida. Cuando no como o viajo, leo y veo series.

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