Córdoba y su dulce otoño

Esta ciudad se las apaña para estar radiante en cualquiera de las estaciones. Amiga de celebrar todo lo que se le ponga por delante, no reduce la marcha en otoño. El festival de las callejas, el de las flores, el del caballo… Córdoba siempre encuentra un pretexto para alegrarse y alegrar la vida a quien quiera, porque está en su manera de ser tener los brazos abiertos a los visitantes. 

 

Vista de la Mezquita-Catedral desde la torre Córdoba en otoño
Vista de la Mezquita-Catedral desde la torre

 

La ciudad de Córdoba tiene poco más de trescientos mil habitantes que el pasado año recibieron a un millón de turistas. Cualquier mes es bueno para visitarla, pero ahora, en otoño, con temperaturas dulces, es cuando se disfruta más de pasear por sus estrechas calles, de entrar a los patios que no cierran y de arrimarse al calor de sus tabernas.

En Córdoba se podría vivir la vida entera descubriendo cada día una escondida columna romana, un patio nuevo que florece, un oculto trocito de su pasado árabe o un brillo desconocido en el Guadalquivir. No hay un lugar que enamore más, y no solo a primera vista, que también. Por algo tiene cuatro declaraciones Patrimonio de la Humanidad y es la ciudad más acaparadora de méritos ante la Unesco.

Recién llegada al nombramiento está Madinat al Zahra, el yacimiento arqueológico de la que fuera sede del califato de Córdoba en el siglo X. El puesto de primer lugar reconocido por la Unesco lo tiene la Mezquita-Catedral, el monumento que más ooooh recibe. Como esto no era suficiente, se amplió la declaración a todo el centro histórico de la ciudad, uno de los cascos más grandes, más antiguos y mejor conservados de Europa, donde se ve en cada esquina su pasado romano, árabe y cristiano. Y el cuarto mérito es la fiesta de los patios, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2012.

Los 10 imprescindibles de Córdoba en otoño

Así las cosas, hay mucho que hacer en Córdoba en otoño. Un fin de semana da para abrir boca y quedarse con ganas de volver, porque la ciudad da para repetir plato varias veces sin hartarse.

Y eso si solo nos dedicamos a «lo básico» porque en el otoño hay celebraciones de interés, como el Festival de las Callejas, con ocho kilómetros de recorrido por calles y callejones; el Flora, un festival internacional de flores, aperitivo de los patios cordobeses; o el del Caballo, que para eso tienen las caballerizas reales fundadas en 1570 por Felipe II.

1. Medina Azahara

Si empezamos por lo imprescindible, lo mejor es llegar a Córdoba el día anterior con la visita reservada a Medina Azahara a primera hora de la mañana, salvo en verano, que es cuando la temperatura se pone por todo lo alto y conviene hacer el recorrido de noche.

Medina Azahara Córdoba en Otoño
Medina Azahara

 

Madinat al Zahra es el único punto de Córdoba alejado del centro, a unos ocho kilómetros. En caso de viajar en AVE, se puede comprar la entrada con transporte de ida y vuelta desde la ciudad. El recorrido por el yacimiento dura unas dos horas, a las que hay que añadir un ratito en su museo, pequeño y muy didáctico.

Aunque se disfrutará menos, también se puede visitar Medina Azahara sin guía, con un plano y ganas de caminar (no hace falta vestirse de explorador, basta con un calzado cómodo). En este caso, la entrada es gratuita, forma parte de los Museos de Andalucía y no se exige reserva (para grupos de menos de 10 personas).

2. Mezquita-Catedral

No es que la Mezquita-Catedral sea más ni menos importante que Medina Azahara, sino que había que darle algún orden a la visita, y una vez en Córdoba ya todo queda a mano, o sea, que lo principal es accesible a pie.

Bóveda del mihrab de la Mezquita Córdoba en Otoño
Cúpula del mihrab

 

La gran mezquita de Córdoba es, según la Unesco, el monumento más emblemático de la arquitectura religiosa islámica en Occidente. En su momento, fue el segundo más grande después de La Meca y hasta que se levantó la Mezquita Azul de Estambul, en el siglo XVI, no pasó al tercer puesto en dimensiones.

Se empezó a construir en el siglo VIII, sobre una basílica hispanorromana. Durante cientos de años fue tan relevante en el mundo como lo fueran Damasco o Constantinopla. En el siglo XIII Córdoba fue conquistada por los cristianos y Fernando III consagró la mezquita como catedral, con reformas, pero sin destrucciones.

La visita a la Mezquita-Catedral de Córdoba no puede llevar menos de dos horas, y costará salir. Su arquitectura fue una revolución en la época y continúa asombrando hoy a todo el que la visita; se proyectó con elementos innovadores y desconocidos hasta entonces, como los arcos dobles para sostener sus techos tan altos; incorporó técnicas de construcción novedosas, mezcla de piedra y ladrillo; reutilizó materiales romanos y visigodos; asombró al mundo entero por su tamaño, su belleza y su audacia. Y ahí sigue esplendorosa. Para disfrutarla como merece, reparar en cada detalle, conocer la relación con la historia de cada uno de sus elementos, es imprescindible ir de la mano de un experto. Una visita guiada a la Mezquita-Catedral se disfruta más y mejor, porque no es solo la vistosa arquitectura de sus arcos, sino también la cúpula del XVI, el coro que Pedro Duque Cornejo tardó 10 años en tallar sobre maderas traídas de la República Dominicana, los órganos del XVII, los púlpitos de caoba del XVIII…

Es un gusto también subir a la torre, por las vistas desde las alturas, pero también porque en la escalera hay restos islámicos aquí y allá.

Torre-campanario de la Mezquita-Catedral Córdoba en Otoño
Torre-campanario de la Mezquita-Catedral

 3. El casco histórico

A la mezquita la rodea  el casco histórico, ese que está entero en el Patrimonio de la Humanidad, con sus calles llenas de batallitas y anécdotas. En cada esquina hay edificios para admirar, calles curiosas y esculturas dedicadas a gente como Séneca, Averroes, Maimónides… que nacieron aquí, en esta Córdoba que no ha borrado su pasado romano, árabe, cristiano. Al pasear por el barrio de la Judería se debe entrar a ver la sinagoga, del siglo XIV.

Plaza del Potro Córdoba en Otoño
Plaza del Potro

 4. Los patios

Da igual la estación del año, siempre habrá patios en Córdoba a los que echar un vistazo. Los más hermosos son los doce del Palacio de Viana, del siglo XIV, y los más populares los del barrio de San Basilio. Pero patios hay por todas partes. Muchas empresas ofrecen rutas con propuestas diversas, incluso con la posibilidad de echarse una charla con el propietario.

En estos lugares, además de macetas, hay una rica historia detrás. La Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses tiene una relación detallada de todos los que existen en la ciudad y, como no podía ser de otro modo, también un patio espectacular.

Se puede ir a Córdoba durante la fiesta de los patios, pero es un agobio, porque parece que todo el mundo ha quedado allí en esos días; se disfrutará más en cualquier otro momento.

5. El Alcázar de los Reyes Cristianos

Está bien entrar en este edificio del siglo XIV que contiene unos mosaicos romanos impresionantes. Guarda también un sarcófago del siglo III que entretiene como un cómic con sus muchos personajes. Los jardines que rodean el alcázar son de esos que eligen las parejas para hacerse las fotos de la boda.

Alcázar de los Reyes Cristianos Córdoba
Alcázar de los Reyes Cristianos

 6. Los Baños Califales

Forman parte del centro histórico Patrimonio de la Humanidad, al ladito de la mezquita, y merece la pena detenerse en ellos, porque el recinto es un verdadero museo, con varias dependencias y todo bien explicado. Este complejo para el baño, una rutina que los musulmanes convirtieron en ritual, fue construido entre los siglos X al XII, se conserva impresionantemente bien y es hoy un yacimiento imprescindible en toda visita a Córdoba.

7. Las iglesias fernandinas 

Andando por la ciudad se descubren las iglesias llamadas fernandinas, que son las que encargó Fernando III, y que se construyeron entre el XIII y el XIV. No podremos verlas todas en una sola escapada a Córdoba, porque el rey católico y sus sucesores fueron muy activos en dejar claro que se acababa la etapa musulmana y empezaba la cristiana, pero sí dará tiempo a ver las más céntricas, que no hay que perderse ni por fuera ni por dentro, aunque a veces cueste encontrarlas abiertas. Turismo de Córdoba facilita información sobre sus horarios.

8. Córdoba romana

El califato musulmán no fue el primero en descubrir los encantos de Córdoba; mucho antes los romanos ya la habían declarado capital de la Hispania Ulterior, y después colonia patricia.

Hoy quedan restos de un templo romano reconstruido en la calle de Claudio Marcelo, un puente del siglo I antes de Cristo que da gusto verlo sobre el Guadalquivir, con la torre de la Calahorra, al otro lado, declarada monumento histórico artístico ya en 1931. Hay además monumentos funerarios y un anfiteatro. Por aquí pasaba la Vía Augusta, esa supercalzada de 1500 kilómetros que iba desde los Pirineos hasta Cádiz, y de la que se ven algunos tramos.

Templo romano Córdoba en Otoño
Templo romano

 9. El museo arqueológico

Hay muchos museos en Córdoba. Habrá que elegir en una visita breve, pero será bueno repetir. Está el de Bellas Artes, dentro del antiguo hospital de la Caridad, en esa plaza que no puede ser más bonita, la del Potro; o el de Julio Romero de Torres, un pintor por aquí venerado. Pero el museo más hermoso en una ciudad con tanto pasado como esta es, sin discusión, el arqueológico. La colección abarca un palacio del siglo XVI, un yacimiento y un edificio moderno. Una parte está en obras y solo se puede ver, de momento, una pequeña parte de sus fascinantes fondos. Pero merece la pena, empezando por los asientos de piedra de los senadores romanos que están en la calle, junto a las sillas de factura Mahou del bar de enfrente.

Músico, almohade, s. XII. Museo Arqueológico Córdoba en Otoño
Músico, almohade, s. XII. Museo Arqueológico

 10. Tabernas y restaurantes de Córdoba

Para tanta visita hace falta reponer fuerzas a menudo. No faltan sitios en Córdoba: terrazas, bares, tabernas y restaurantes. Casi cualquier lugar es un acierto seguro. La gastronomía de Córdoba, a la que hemos dedicado un artículo en Aircrew Lifestyle, puede ser incluso la única razón para viajar a la ciudad en este dulce otoño.

 

 

 

 

Ana Cañizal

Fotógrafa aficionada y periodista. Trabajo en mi empresa de servicios editoriales, Balloon, pero me escapo en cuanto puedo porque lo que más me gusta es viajar. www.balloon.es
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