Activa versus relajada: las dos caras de Tokio aún más especiales en verano

Recibiendo en el año 2016 a más de 24 millones de turistas, Tokio es una ciudad que se caracteriza por la pluralidad de contrastes que ofrece a todas aquellas personas que pisan al Gozilla de Japón. Por un lado, la perfecta convivencia entre la cultura ancestral y la modernidad deleita al visitante. Junto a ello, la capital nipona le espera con diferentes zonas donde es posible disfrutar tanto del lado más activo como de su cara más relajada y tranquila.

 

las dos caras de Tokio
El festival veraniego Kagurazaka Matsuri rememora los buenos viejos tiempos. Foto: Bernand Languillier

 

Ahora en verano, se celebran varios eventos con los que poder experimentar aún más ambos contrastes. Puede vivir el ajetreo cotidiano la ciudad esquivando a los miles de personas que cruzan cada día el reconocido paso de cebra de Shibuya. A la vez que puede divertirse en el festival Kagurazaka Matsuri, relajarse en los conocidos baños –onsen y sento– o disfrutar de Chiyoda-ku Noryo no Yube, un evento único e irrepetible donde miles de linternas flotan sobre el agua de la fosa de Chiyoda.

La cara más activa de Tokio

Con más de 126 millones de habitantes en la actualidad y un crecimiento anual del 7% de extranjeros residentes en el último año, es complicado no pensar que Tokio es una de las ciudades más activas de la actualidad. Concurrida en todos los aspectos, ofrece numerosas alternativas para el deleite de los visitantes.

Comenzamos por el Kagurazaka Matsuri un fascinante festival veraniego celebrado entre el 26 y 29 de julio en el barrio de Shinjuku, que con su inconfundible ambiente animado rememora la antigua capital nipona. En esta velada los participantes recorren las principales calles del Mercado de Flores, situado en el Templo de Bishamonten Zenkoku-ji, vestidos con el traje tradicional japonés, el yukata – conocido como kimono. Todo aquel que visite esta llamativa actividad se asegurará unas vistas espectaculares al templo, tanto por la cercanía como por la iluminación de los faroles chouchin. Asimismo, podrá deleitarse en primera persona de uno de los bailes tradicionales, el Awa – Odori. El viajero quedará maravillado por la experiencia llena de luces, color, música y fiesta.

Una de las opciones más icónicas del Tokio más energético es el conocido cruce de Shibuya. Por el ‘Abbey Road’ japonés transitan alrededor de un millón de personas cada día, es el paso de cebra más concurrido del planeta. Ha sido fotografiado, grabado y hasta ha aparecido en algún largometraje ganándose así su fama. Tanto el cruce, como sus alrededores son considerados como una de las zonas de mayor movimiento y mayor contraste de la capital, donde podemos encontrar tiendas de renombre, cafeterías, restaurantes, pubs o grandes almacenes. Sentir la adrenalina de recorrer la calle junto a miles de desconocidos en un cruce de cuatro semáforos simultáneos y sentirse una hormiga entre edificios gigantes, es una oportunidad que solamente se puede vivir en Tokio.

 

Tokio Activa versus relajada
Cruce de Shibuya, conocido en el mundo entero. Foto: Raudjcholo

 

La cara nipona más relajada

Aunque parezca mentira con tanto movimiento y tantas personas recorriendo las calles de la ciudad, es posible tomarse un tiempo para uno mismo en Tokio y disfrutar de la tranquilidad y la calma. Dos caras bien distintas que se complementan a la perfección.

Una de las actividades que nos encontramos para dejarnos llevar por la cara más tranquila de Tokio es el Festival Chiyoda-ku Noryo no Yube. Si el foso del palacio imperial de Chidori-ga-fuchi es impresionante por sí solo, iluminado por 600 linternas flotando sobre el agua la imagen no dejará indiferente a nadie. El día 4 de agosto, es la fecha marcada en el calendario en la que numerosos residentes se visten con trajes tradicionales y se embarcan para iluminar la ciudad.

 

Unas 600 linternas se balancean en el agua, con el jardín Kitanomaru de telón de fondo. Foto: ©Masakazu Ejiri.
Unas 600 linternas se balancean en el agua, con el jardín Kitanomaru de telón de fondo. Foto: ©Masakazu Ejiri.

 

Otra de las alternativas que brinda Tokio son los sento o baños públicos. Una práctica de relax y distensión que se comenzó a extender en la época de Edo (a partir de 1603 hasta 1868) por todo el país, llegando a ser muy popular y alcanzando la increíble cifra de nada menos que 600 baños para más de un millón de habitantes que residían en la región por aquel entonces. La opción es muy antigua, pero, sobre todo, relajante y el agua llega a alcanzar una temperatura de 45 grados.

Además de estos baños públicos, reconocidos y de una relevancia destacable, también son de considerable prestigio en el país los onsen o baños termales. Estas fuentes naturales con mineralizaciones diversas dejan la piel con un tacto muy suave y también llegan a sanar dolencias como la hipertensión o la mala circulación sanguínea.

Destaca que en Japón hay diferentes maneras de denominar a los onsen y estas formas difieren dependiendo del sexo que vaya a acceder a los baños termales o de si su uso es público o privado. Así, los baños masculinos reciben el nombre de otoko-yu, los baños femeninos onna-yu, los baños familiares se denominan kazoku-no-yu, las termas públicas soto-yu y las privadas uchi-yu.

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